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3.2.4.6. El manejo de los desastres El volumen de los recursos inverti- dos en el manejo de desastres ha venido au- mentando de manera permanente, a razón del incremento en el número de eventos y la atención a población damnificada, y a su vez porque existe un proceso de fortalecimiento de las entidades responsables de esta temá- tica. Bogotá y Medellín son las ciudades que más han canalizado recursos para este ámbito, y en ese contexto, el fortalecimiento en el ma- nejo de los desastres se puede visualizar desde los programas incluidos en los PD: en Bogotá comprende el mejoramiento de la capacidad técnica y social para la atención efectiva en si- tuaciones de emergencia, la modernización del Cuerpo Oficial de Bomberos y la consolidación del Número Único de Seguridad y Emergen- cias (NUSE) 123, entre otros. En Medellín los esfuerzos más significativos se han dado en la capacitación y actualización del Cuerpo de Bomberos y su infraestructura, además del de- sarrollo de instrumentos y guías relacionadas. En Manizales, a través de convenios con los or- ganismos de socorro para la atención de emer- gencias (Cruz Roja, Bomberos Voluntarios, Defensa Civil). Se puede constatar que hay importantes diferencias territoriales entre las grandes ciudades y los demás municipios del país, quienes tienden a percibir, según reportan las encuestas realizadas, que sus acciones en manejo de desastres son menos efectivas, pues afrontan dificultades para garantizar una capa- cidad constante de respuesta a las emergencias. Los Fondos de Prevención y Atención de Emergencias son instrumentos funda- mentales para el desarrollo y la consolida- ción en el tiempo del trabajo necesario para la protección real de los municipios ante eventos catastróficos. Desde 1987 se crea en Bogotá el Fondo para la Prevención y la Aten- ción de Emergencias, con un patrimonio exclu- sivamente destinado para financiar procesos de protección de la ciudad en medición y evalua- ción de los riesgos, y la ejecución de programas y proyectos de prevención, mitigación y estruc- turación operativa de la entidad encargada de liderar el trabajo, siendo un hito sin preceden- tes en el país que hace altamente viable que se proteja una ciudad. Se destinó una suma anual de forzosa inclusión en el presupuesto distri- tal, no inferior al 0,5% de los ingresos corrien- tes tributarios de la administración central. En Manizales, por su parte, se tienen recursos ex- clusivos para la Oficina Municipal para la Pre- vención y Atención de Desastres, la cual recibe el 1% de los ingresos corrientes del municipio y de las entidades descentralizadas. En Medellín se dispone del programa prevención y atención de desastre (Acuerdo 14 de 1994), que tiene una orientación netamente de manejo de desastres. Esto contrasta con la situación en Barranquilla, que aunque en el 2008 se crea el Fondo para la Prevención y Atención de Emergencias, Calami- dades y Desastres (Decreto 0419 de 2008), con fines de interés público y asistencia social, desde su creación a la fecha se ha contado con pocos recursos orientados básicamente a la atención de emergencias. Para Cali, incluso la situación es más crítica, pues aunque existe el Fondo Ro- tatorio de Seguridad, Emergencias y Desastres, establecido mediante Acuerdo 0203 de 2001, no ha entrado aún en funcionamiento. De allí que los organismos de socorro, que en otros tiem- pos contaban con el respaldo permanente del gobierno local a través de Fondo de Vigilancia y Seguridad del Municipio de Cali (Visecali), el cual desapareció en 1996, afrontan dificultades financieras para garantizar una capacidad cons- tante de respuesta a las emergencias. Los Planes Locales de Emergencias y Con- tingencias (PLEC) son instrumentos fundamen- tales para el manejo efectivo de los desastres. Rol de la administración del territorio en la gestión del riesgo de desastres 183