Generando Arte. La Revista. Nº 3. Octubre 2015 | Page 56

demostrado irrealizable -, Marta acoge a Juan con los brazos abiertos... y no sólo por razones sentimentales: “Comprendí por qué me resistía a angustiarme por mis dudosas perspectivas económicas de futuro... Era una pose; lo que yo sabía, y no decía a nadie, era que algún día me casaría y mi marido se ocuparía de velar por mi porvenir y asegurar mi bienestar económico”10 Juan parece haber llegado en el momento oportuno: tras varios años intentando ser (reconocida como) pintora, Marta está dispuesta a tirar la toalla. Se ha convencido de que no es buena. Un episodio provocado precisamente por Juan parece confirmárselo: él le pide que pinte un cuadro, ofreciéndose a comprarlo; ella opta por hacer un retrato de él; y el resultado es decepcionante: “Juan tenía una mirada intensa, franca, llena de fuerza; sin embargo en mi retrato sus ojos reflejaban desesperanza, desolación, una mirada huidiza y angustiada que no se correspondía en absoluto con la del modelo.” 11 Observemos sin embargo que este incidente se produce cuando hace tiempo que Marta había dejado de pintar para sí misma. No puede ser, entonces, determinante. De modo que volvemos a la pregunta inicial: ¿qué la ha hecho abandonar la pintura? Recordemos que Marta se estrenó en el dibujo ganando concursos. Luego pintó para los turistas de las Ramblas y para Maristany. Pintaba también sus propias obras, pero al cabo del tiempo dejó de hacerlo. Ahora -en el presente de la novela-, acomete un cuadro porque su novio se lo pide y le ofrece dinero a cambio. Es decir, Marta Valdés pinta cuando su obra suscita interés, cuando sabe o puede creer que habrá una respuesta del mundo exterior. Pero esa respuesta, sólo la ha obtenido en tanto que niña prodigio o ejecutora mercenaria de obras de encargo, no como artista en nombre propio. En vano la busca en su ciudad, Barcelona; en vano también se muda a la capital con el propósito de “...permitir que los marchantes y galeristas de Madrid descubrieran mi escondido talento, esa oportunidad que con tanta frecuencia había brindado a los galeristas catalanes y que éstos, temerariamente, habían rechazado. Algún día se arrepentirían, estaba segura de ello.” 12 Nos acercamos al meollo de la cuestión. Galeristas y marchantes han rechazado “la oportunidad de descubrir el talento” de Marta. Pero ¿qué han rechazado, concretamente? ¿Sus cuadros? ¿Los han visto? No lo sabemos, pero sí podemos examinar la conducta de unas personas concretas: los personajes de Corazón de napalm ligados al mundo del arte que Marta frecuenta. Uno de ellos, mencionado de paso, es un amigo y colega pintor, un tal Juan Carlos, al que Delhy Tejero