Generando Arte. La Revista. Nº 3. Octubre 2015 | Page 32
Un matrimonio de artistas:
Una cuestión (descriminatoria) de fortuna crítica.
Por Erika Bornay
E
xiste un inmerecido semi olvido de la obra clasificada como surrealista de la artista norteamericana Kay Sage (1898-1963). Es cierto que en el documentado y ya clásico texto
Mujer, arte y sociedad, (1990) Whitney Chadwick la rescata, aunque brevemente, de su
casi anonimato, pero en general la contribución de Sage a la cultura visual ha sido notablemente
desatendido.
Hija de una familia de la burguesía de la costa este norteamericana, viajó de adolescente por
Europa. De vuelta a su país hará estudios de arte y regresará a Europa en 1922 para asistir a unos
cursos en Roma, allí conocerá al príncipe Ranieri de San Faustino con quien contraerá matrimonio en 1925. Se divorció en 1935 y marcha París donde pintará telas fuertemente inspiradas por
la metafísica de Chirico -en mi opinión algunas de las mejores de su obra- y frecuentará al grupo
de los surrealistas. Es allí donde conocerá a Yves Tanguy.
A pesar de su admiración por este grupo, es a destacar que entre ellos en