Generando Arte. La Revista nº 2. Junio 2015 | Page 50

Marivi Ibarrola Masculino 50 Vamos a buscar una definición alternativa a la prostitución. La prostitución es una práctica por la que los varones se garantizan el acceso grupal y reglado al cuerpo de las mujeres. El acceso es en grupo, porque todos los varones pueden acceder, digamos en fila, al cuerpo alquilado, es un bien público, es un harén democrático. Es cierto que hay que tener dinero, pero esta condición no invalida el carácter accesible, abierto a todos, de la mujer prostituida. El acceso es reglado porque no tiene nada de natural y espontáneo, responde a una serie de normas conocidas y respetadas: las prostituidas están en determinados sitios, hay que preguntar cuánto es y qué se ofrece a cambio. El libre acceso al cuerpo de las mujeres está garantizado en la casi totalidad del planeta. Un hombre puede viajar de Valencia a Pernambuco, pasar por Taiwan o Egipto. Basta con que pare a un taxista y formule esta sencilla pregunta: “¿Aquí, dónde están las mujeres?”, “¿dónde están las chicas?”, “tú ya me entiendes”. Cualquiera de estas frases es comprendida en el lenguaje universal de las sociedades patriarcales. El imaginario simbólico de lo que es una mujer no puede expresarse con más claridad y sencillez. Es la sencillez que reclamaba el filósofo René Descartes para las verdades evidentes, claridad y distinción. La prostitución como institución internacio- nal y globalizada se basa en sostener que todo hombre tiene derecho a satisfacer su deseo sexual por una cantidad variable de dinero. A costa de quien sea, como sea y sean cuales sean las consecuencias. Si las familias de los países más desolados por la desigualdad y el sexismo venden a sus hijas, ése no es el problema de los clientes. Quién se las haya puesto ahí no es su problema, tal vez tengan prisa para volver a casa con sus familias, con sus hijas. Otra cuestión a la que nos remite la filosofía es la concepción del ser humano que subyace a la institución de la prostitución. ¿Qué tipo de valores recibe el padre de familia, el adolescente al que se le recuerda que es normal comprar servicios sexuales? Tú placer es la norma de lo bueno y lo malo: con dinero tienes derecho a alquilar un ser humano para manipularlo durante un rato. La prostitución emerge ahora como una gran escuela de desigualdad humana, en la que chicos y chicas juegan un papel ciertamente distinto al que creían jugar en los pupitres de la escuela, donde todos parecían iguales. Ahora, las chicas resultan ser “chicas nuevas, preciosas, muy jóvenes”, unas veces ofertadas como guarras calientes, otras como aniñadas y sumisas. Cuerpos a los que tienes derecho a acceder, faltaría más, por qué no, sólo son mujeres. ¿Qué tipo de hombres se están construyendo a diario en la escuela de los burdeles que pueblan el paisaje de nuestro país? Queremos acabar con un mensaje a los hombres. Hay una diferencia muy importante entre el tráfico de mujeres y otros problemas que nos causan tanta o más repugnancia