500 AÑOS DEL PRIMER CONTACTO DE MOCTEZUMA CON CORTÉS
El 8 de noviembre de 1519 fue un día de sorpresa, de admiración y de extraños sucesos en la capital del México.
A eso de las dos de la tarde, una tropa de europeos, a caballo los unos, a píe los otros, y todos revestidos de brillantes
armaduras y cascos de acero, y armados de una manera formidable, hacían resonar las piedras y baldosas de la cal-
zada principal con las herraduras de sus corceles, y el son de sus cornetas y atabales se prolongaba calle a calle. En el
viento ondeaban los pendones con las armas de Castilla, y a la cabeza esta tropa, seguida de un ejército tlaxcalteca,
venia el muy poderoso y terrible capitán D. Hernando de Cortés.
Las azoteas de todas las casas estaban cubiertas de gente, las canoas y barquillas chocaban en los canales, y en las
calles se agolpaba la multitud, estrujándose y aun exponiendo su vida por mirar de cerca a los hijos del sol y tocar
sus armaduras y caballos.
Moctezuma, vestido con sus ropas reales adornadas de esmeraldas y de oro, acompañado de sus nobles, salió a reci-
bir al capitán Hernando Cortés y le alojó en un edificio de un solo piso, con patio espacioso, varios torreones y un
baluarte o piso alto en el centro. Era el palacio de su padre Axayacatl. Moctezuma, después de haber cumplimentado
al huésped, a retiró a su palacio. Al día siguiente mandó que se hiciese en la montaña un sacrificio a los dioses Tlalo-
ques. Se sacrificaron algunos prisioneros, que estaban siempre reservados para estas ocasiones; pero los dioses se
mostraron más irritados. Se estremeció la Mujer Blanca, y desde la azotea de su palacio pudo contemplar asustado el
Emperador azteca los penachos de nubes negras y fantásticas que cubrían la alta cima de los gigantes del Anáhuac.
A los ocho días de estar Hernando Cortés en México,
los aztecas, irritados con la presencia y orgullo de sus
enemigos los tlaxcaltecas y con las demasías que co-
metían los españoles, dieron muestra visible de hosti-
lidad y de disgusto. Cortés no sabía si permanecer, si
abandonar la capital o situarse en las calzadas. Dos
días estuvo sombrío y pensativo, y al tercer día llamo a
sus capitanes. “He resuelto prender al Emperador
Moctezuma, les dijo, y traerle a este al palacio. Su vida
responde de la nuestra; lo demás que siga está enco-
mendado a la guarda de Dios y de Santiago.
Vicente Riva Palacio y Manuel Payno.
Reflexión:
Hay dos grandes figuras en este relato. Dos hombres complejos, no dos mitos. Cortés es un hombre casi moderno.
Digo casi porque en su extraordinaria personalidad hay también rasgos medievales, como la noción del vasallaje. La
racionalidad moderna, renacentista, es la otra mitad de su carácter. Moctezuma no es menos extraordinario. Es anti-
guo, profundamente religioso y está poseído por un obscuro sentimiento de culpa. Es un príncipe decadente, sensi-
ble y refinado, que duda de si mismo y de su pueblo. Un hombre seducido por la muerte. El conflicto de dos civiliza-
ciones es también choque de personas y dentro de cada persona lucha íntima. El drama de la Conquista es, historia y
es teatro.
2