Sin embargo, en bastantes
ocasiones,
cuando
hablamos de deporte, lo
que suele suceder es que
los padres y madres, pese
a su intención de ayudar y
querer lo mejor para sus
hijos/as,
ejercen
una
influencia negativa hacia
su práctica deportiva.
Unos/as porque no están
concienciados/as de su
importancia y no refuerzan
suficientemente
a
sus
hijos/as
para
que
practiquen alguna actividad
deportiva.
Otros/as,
en
número
importante,
porque
su
actitud no es la más
adecuada para los/las
futuros/as deportistas.
Tanto es así que muchas
veces son los padres y
madres los que crean un
ambiente de estrés que
sus hijos/as no pueden
soportar
y
se
ven
abocados al abandono
deportivo como válvula de
escape.
Otras veces valoran más
los éxitos de sus hijos/as
que los esfuerzos y
beneficios que van a
conseguir a largo plazo.
Por todo esto tenemos
que
tener
siempre
presente, que en el
ámbito deportivo nuestro
principal objetivo como
padres y madres sigue
siendo educar a nuestros
hijos/as.
Educar a los padres y a las madres
Aunque las conductas negativas de los padres y madres nunca
se eliminarán completamente del deporte infantil, se puede
mejorar mucho educando a los padres y a las madres,
mejorando los canales de comunicación que tienen con los
entrenadores y niños/as.
Deberían de programarse reuniones de orientación en el inicio
de las temporadas, para informarles y discutir cuestiones, tales
como las aptitudes del entrenador, las funciones de cada uno, el
comportamiento de los padres y madres en las gradas, las
reglas de buena conducta deportiva…
A continuación mostramos un código de responsabilidades y
otro de conducta parental que sería aconsejable que fuese
administrado a los padres y madres por parte de los
entrenadores al iniciarse las competiciones.