Fundació 17 Enero de 2021 | Page 7

Los libros de historia dirán que la madrugada del 8 al 9 de septiembre de 2020 , el año de la pandemia , quemó el campo de refugiados de Europa , en la isla griega de Lesbos . Que no hubo muertos , pero que no quedó nada del campo de Moria . Será un pie de página de la mal llamada crisis de los refugiados de 2015 , una chispa de furia sin explicación , una postal de una época decadente en que se humilló a los que huían de la guerra y del hambre .

Una noticia para olvidar . Una noticia sembrada de preguntas sin respuestas . La más importante : ¿ por qué ? Entre las cenizas del campo , unos días después del incendio , se podían encontrar algunas pistas . Tomates podridos , botellas de agua , latas de bebidas energéticas : símbolo de la espera en la isla a la que fueron condenadas algo más de 13.000 personas . Puzzles , lápices de colores , bolígrafos y libretas escolares mezcladas con los escombros : símbolo de la educación autogestionada que los refugiados intentaron levantar en el campo , a pesar de todo . Barras de tiendas de campaña carbonizadas , un valle antes lleno de vida y ahora ennegrecido , olivares muertos : símbolo del odio a las políticas migratorias europeas . Un tres de tréboles escondido entre bolsas de basura : símbolo de la partida de cartas -la UE , la externalización de fronteras , Turquía como guardián de Europa , las guerras de Oriente Medio y de Asia Central- que se juega alrededor de los refugiados .
Cuatro afganos solicitantes de asilo fueron formalmente acusados