Frida decide llevar algunos de sus cuadros al célebre Diego Rivera para que este los evalúe. Ella es una persona
decidida con un temperamento apasionado y difícil. Las
secuelas psicológicas dejadas por su accidente, sus dolores
constantes y su pierna deformada la proveen de un dramatismo y una pasión fuera de lo común. Diego queda impresionado con las pinturas de Frida, pero no es eso solo lo
que le deja sin aliento. Se ha enamorado del genio Kahlo.
Pronto comienzan una relación amorosa que culmina con
su matrimonio en 1929, a pesar del rechazo de la madre de
Frida por esta unión. Doña Matilde Calderón estaba espantada por la diferencia de edad, el hecho de que Rivera fuera
ateo y comunista y, sobre todo, por su fama de mujeriego
Calderón no se equivocaba. Esta pareja nunca fue una pareja común, su amor y convivencia, lejos de ser la calma y
la placidez, es una tormenta desatada en todo momento.