Reconstruir Gaza, reconstruir la esperanza
Fecha: 28/08/2014
Por:Abel Veiga Copo ,El Tiempo
Los bombardeos han cesado. La destrucción de miles de viviendas. Escombro puro. Casas, hogares y barrios, pero sobre todo vidas y esperanza. Desproporción en muchos casos y castigo colectivo. Maldito castigo colectivo, terrible culpa colectiva heideggariana. Guerra, vida y muerte. Falta de escrúpulo y moral. Digan lo que digan. Ceremonia de confusión mediática. Unos y otros han utilizado los medios. Las imágenes. Destrucción. Miles de cohetes han caído en suelo israelí. Cuatro víctimas civiles. Inocentes. Absolutamente inocentes. Más de 2.100 vidas palestinas. De ellas tres cuartas partes civiles. Igual de inocentes que las israelíes. Quinientos niños asesinados en la Franja de Gaza. La inocencia del niño, algo que algunos inocularán en odio, en ira, en rencor e indiferencia hacia los demás. Vidas inocentes. Eso no hay quién lo reconstruya. Por mucho que echemos la culpa a Hamás. Por mucho que digamos hasta la saciedad que sobre sus casas, sus escuelas, sus mezquitas, sus hospitales Hamás lanzaba cohetes sobre Israel. No siempre es así. Pero las coartadas de la mezquindad son las que son. En ocasiones sí, pero no siempre. Aunque esto tampoco importa. Aquí se ha tomado partido por un lado o por el otro pero eso sí, sin escuchar al contrario. Hemos juzgado y sentenciado, condenado a uno u a otro sin escuchar, sin importar los argumentos. Israel tiene todo el derecho a su seguridad y la de sus ciudadanos, pero no a hacer cuanto se le antoje y cómo por mucha protección que tenga de Washington, que solo entre bastidores brama y en palabras de su Secretario de Estado maldice una operación milimétrica que ha dejado cientos de vidas inocentes desgarradas por las bombas. Es la condición humana, banal o no, arendtiana o no. Cada cual que extraiga sus propias consecuencias, sus cómodas respuestas y agite mínimamente la conciencia, la moral. El silencio y la cobardía moral también matan. La guerra es un negocio, la paz no. Eso lo sabe muy bien la industria armamentística que apoyan y bendicen muchos Estados a la hora de hacer caja, exportaciones y ventas.
Zonas enteras de la Franja han sido arrasadas, destruidas. Montañas de escombro y hierro retorcido. Esa es la realidad. A nadie importa, tampoco al resto de países árabes. Cada uno juega sus cartas. Cartas marcadas por intereses hipócritas, ruines y mezquinos. Sin luz, sin agua, sin hospitales, sin escuelas. Benjamin Netanyahu ha aseverado que la operación es un éxito político y militar. Podrá serlo militar. David y Goliat. ¿Pero político? Podrá ganar su reelección, pero sume a su sociedad en un sempiterno militarismo. Queda espacio para la esperanza. 327 supervivientes de los campos nazis han firmado un documento de repulsa a lo que ha hecho Israel, su gobierno, en la Franja. Los civiles no tienen la culpa. No la tienen. Por mucho que en Occidente nos escudemos en mentiras, en excusas, en justificaciones y en culpar siempre a Hamás y las milicias terroristas. Qué es terrorismo y quién lo practica además de Hamás y por qué es un interrogante que habría que responder con serenidad. También recordar en qué condiciones y cómo se proclamó el Estado de Israel y que era la Haganá y el Irgún en aquel momento.
Madmud Abas, líder de Al Fatah y la autoridad palestina, demasiado silente en todo este mes de orgía de sangre y destrucción, dice, por enésima vez, que proclamará el Estado de Palestina de forma unilateral. Antes aseveró que estudia denunciar por crímenes de guerra a Israel ante los organismos internacionales. Juegos de suma cero, amagos y añagazas de la política. Sabemos que tanto Israel como Estados Unidos no solo se negarán sino que lo impedirán. Quizás ese es el comienzo de un camino para reconstruir no solo a Gaza, sino a todo Oriente Medio, y sobre todo Palestina e Israel. El camino para que ambas se reencuentren, se legitimen, se salven a sí mismas. Mientras todo será miseria, banalidad, muerte y desprecio a la vida palestina. Desprecio y humillación, castigo colectivo y mucha mentira. Demasiada mentira y muchos partidarios de la superficialidad. Construyamos la paz pero sobre un Estado palestino. Ya es la hora. Israel lo sabe. Construyamos el futuro de dos sociedades, la israelí y la palestina, ninguna es mejor que la otra, ninguna. Tampoco peor. Que no nos divida ni nos fragilice la política, la religión, los mitos y las utopías. Son personas. Somos personas. Todos somos un poco palestinos y un poco igualmente israelíes. No lo olvidemos. El silencio mata, ahoga, atenaza igualmente.
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