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Un collage Dada es para toda la vida /
la vida es un collage Dada
Joan Casellas
Pere Sousa y yo andábamos un poco perdidos por Zúrich después de
nuestra precipitada salida de Hannover, debido a nuestro aspecto latino
que nos hacía sospechosos en una ciudad que bullía patriotismo y
desconfianza. El alemán de Pere servía de poco en Suiza; quizás por eso
acabamos en un tugurio de nombre decimonónico con un tipo ruso de
aspecto noble y conversación culta, discutiendo apasionadamente sobre
el momento político entre numerosas rondas de cerveza negra y
salchichas blancas que sistemáticamente pagaba el ruso.
Durante quince días esto fue así más o menos, aunque el tono
estridente de los poetas del tugurio aquel subía y subía y así los alegatos
políticos de nuestro amigo ruso. Aunque seguía pagando las rondas de
cerveza y salchichas, cada vez resultaba más claro que no podíamos
seguir aceptándolas sin abrazar su causa, una causa de acción inmediata.
Nosotros alegábamos todo tipo de peros, a los cuales él siempre
respondía con un “¿y qué hacer mientras tanto?”. Su imperativo de
acción subía de tono en paralelo a los gruñidos poéticos de nuestros
colegas. Finalmente Vladímir nos dejó y nosotros acabamos engullidos
por el magma ruidoso de aquel local donde encontramos refugio y al
cual nos integramos como poetas de acción.
El tugurio se llamaba Cabaret Voltaire y nuestro amigo ruso Vladímir
Ilitx Uliànovm, alias Lenin. Pere y yo, nos llamábamos entonces –¡y hace
100 años de esto!- de otra manera. Enseguida fuimos muy populares y
aunque cambiábamos nuestros nombres con frecuencia la fama siempre
nos acompañó. Pere llego encarnar diversas personalidades simultáneas
que polemizaban entre sí. En Brooklyn montamos un taller con treinta
operarios en el que producíamos arte Dada prête a signé que exportamos
por toda Europa y Japón. Nuestros clientes elegían la obra por sus
dimensiones, peso y precio y solo tenían que firmarla para convertirse
ipsofacto en artistas Dada. Aunque la mayoría de nuestra producción
prête a signé ha desaparecido, han sobrevivido algunos lotes de nuestros
mejores clientes de Paris y Nueva York que actualmente ocupan
destacados espacios en museos de todo el mundo. Un poco superados
por nuestra invención a mediados del pasado siglo decidimos empezar
de nuevo en la única ciudad europea donde nadie nos hizo caso,
Barcelona, con el propósito de guardar nuestro secreto y trabajar en
silencio.
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