que no note su presencia, incluso cuando no está conmigo. No se me ocurriría jamás enfurecerle ni traicionarle ya que sería un castigo horrible para mí, peor incluso que cualquier latigazo. El desconcierto de mi alma, cuando lo enfado, es peor de soportar que la angustia física que siento cuando me golpea con su cinturón.
Paso mis días sabiendo que la energía y la fuerza que pone en nuestra relación, es beneficiosa tanto para Él como para mí. Su parte es mucho más dura que la mía, y le agradezco enormemente que se preocupe por mí y me regale todo su tiempo. Yo tengo la parte más sencilla: experimentar, sentir, dejarme ir y abandonarme en Él . Soy su placer y su responsabilidad y así me trata.
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