olvidado en los locales de la asociación pero Minelli no se lo quiso mandar a los hijos... Él no sólo tiraba las
cenizas no reclamadas de los difuntos al lago de Zurich, sino que también vendía las pertenencias no reclamadas
u olvidadas» -SORAYA WERNLI (Enfermera que traballou tres anos co propietario de Dignitas)
«Yo también terminé denunciándole por estas prácticas, por considerar que no encajaban con la imagen de
muerte digna que pretende transmitir esta asociación», afirma ahora Wernli. «Sabía que cuando un suicidio se
cometía, si nadie reclamaba las cenizas, el director de Dignitas las tiraba al lago...». Se calcula que los restos
incinerados de unas 300 personas terminaron su viaje en las aguas del lago de Zurich.
«Durante mis últimos ocho meses en Dignitas denuncié a Minelli y estuve informando a la policía de todos sus
movimientos. No sirvió de mucho, porque él conoce perfectamente la ley y es muy difícil probar que haya
cometido una infracción», admitió tranquilamente Wernli, sentada en su salón en presencia de su marido Kurt.
«Finalmente, abandoné la asociación en 2005 y, desde entonces, no he dejado de atacar sus métodos, más
cercanos al afán de enriquecimiento que a los ideales de un fin digno para los enfermos incurables. Dignitas se
había convertido en una máquina de hacer dinero, los locales estaban sucios y desordenados porque Minelli no
quería gastarse dinero en la limpieza».
«A veces había tanta demanda que no daba tiempo a sacar las cosas de los pacientes que habían fallecido, y el
siguiente se encontraba con zapatos y ropa de otra persona por el suelo. Además, como había dificultad para
conseguir las recetas de pentobarbital de sodio, se ahorraba en las dosis suministrándose menos de los 15 gramos
requeridos para que la muerte fuera corta... Los pacientes a veces tardaban muchas horas en morir, otros
llegaban por la mañana y, después de haber visitado al médico, se tomaban el barbitúrico letal y morían a
primeras horas de la tarde. La afluencia de suicidas ha provocado problemas en los barrios donde Dignitas ha
establecido sus locales, porque los vecinos se quejan de las idas y venidas de la policía y de las ambulancias.
Actualmente, la cita con la muerte está fijada en Pfaeffikon, un barrio tranquilo a 15 kilómetros del centro de
Zurich, en una casa de color azul cielo y aspecto poco siniestro que Minelli adquirió”
PENTOBARBITAL Y, A VECES, HELIO
“15 gramos. La dosis recomendada para acabar con la vida de los enfermos terminales son 15 gramos de
pentobarbital de sodio. Una cantidad que permite que la muerte sea corta y expeditiva. Sin embargo, ante la
dificultad del fundador de Dignitas, Ludwig A. Minelli, para procurarse el fármaco, muchas veces se
suministraba una dosis inferior, que alargaba la espera. Bolsa en la cabeza. Minelli, desesperado ante la
imposibilidad de conseguir el cóctel mortal, ha llegado a utilizar helio suministrado en una bolsa plástica,
consiguiendo la asfixia de los pacientes. Un método que ha levantado muchas críticas. Minelli envió a la Justicia
cuatro filmaciones de personas gesticulando mientras morían con este método acompañadas de un mensaje: «No
se necesita prescripción médica para comprar el helio». “En la cama o en un coche. Las quejas de los vecinos de
la primera sede obligaron a Dignitas a numerosos cambios de local. De una casa a un hangar, pasando por un
hotel, el propio coche del presidente de la asociación, y, ahora, una casa en un tranquilo barrio a 15 kilómetros
del centro de Zúrich”
Fonte: www.elmundo.com
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