Es este el punto de partida que ha dado origen a la decimotercera encíclica de Juan Pablo II, que fue publicada el 15 de octubre. El Papa quiere salir al paso de esta situación cultural que ha plasmado un modo de pensar según el cual todo es opinión: la verdad sería el resultado del consenso. Es un clima de incertidumbre que afecta a todos, pero son las nuevas generaciones quienes están más expuestas: carecen de puntos de referencia, o se les ofrecen "propuestas que elevan lo efímero a rango de valor". Por todo ello, la Iglesia "quiere afirmar la necesidad de reflexionar sobre la verdad".
Al margen de las diferencias de cultura, raza o religión, todo hombre se plantea los mismos interrogantes sobre su propia identidad, su origen, su destino, la existencia del mal, el enigma que sigue a la muerte. Es decir, busca una verdad última que dé sentido a su vida.
Fe y e, Razón