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LA FE
Y LA
JUSTICIA
SIGUE LA DIRECCIÓN DE DIOS
Y COSECHARÁS BENDICIONES
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V
ivir en la Fe es vivir en la
justicia. No hay forma de
tener fe en la Verdad y
andar en la Mentira. No hay forma
de creer en la Palabra de Dios y
hacer lo que al diablo le gusta. A no
ser que esa fe sea religiosa, emotiva
o sensacionalista.
“Y hubo hambre en la tierra, además
del hambre anterior que había ocurrido
durante los días de Abraham. Y se fue
Isaac a Gerar, a Abimelec, rey de los
filisteos. Y se le apareció el Señor, y dijo:
No desciendas a Egipto; quédate en la
tierra que yo te diré.” (Génesis 26:1-2) entre nosotros, entre tú y nosotros, y
hagamos un pacto contigo, de que no
nos harás ningún mal, así como nosotros
no te hemos tocado y sólo te hemos
hecho bien, y te hemos despedido en
paz. Tú eres ahora el bendito del Señor.” A muchas personas les resulta fácil
permanecer fiel en los buenos momentos,
pero cuando se levanta la crisis, tratan de
hacer las cosas a su manera. Dependen
del gobierno, de otras personas, o de
ellos mismos y rápidamente se olvidan de
su compromiso con Dios y Sus promesas
para con ellos. Isaac obedeció la voz de Dios y consiguió
prosperar y hacer la diferencia en una
tierra que se consideraba infructuosa.
De hecho, no solo prosperó; fue un
beneficio significativo. Pero cuando la fe está apoyada en
la Palabra de la Sabiduría de Dios y
practicada de forma inteligente,
entonces es imposible que falle.
Tú también puedes beneficiarte de
dichas bendiciones si pones a Dios
en primer lugar. Al dar tu primer 10%
como diezmo, le estás demostrando
a Dios que lo obedeces en todas las
situaciones, sean buenas o malas, tú
también puedes esperar lo in esperado. El Señor Jesucristo es el Autor y
Consumador de la Fe Inteligente,
o sea, Él es Quien inicia y Quien
concluye la Fe. A causa de eso, la fe
y la justicia son inseparables, caminan
juntas. La fe tipificando al ser humano
con la imagen de Dios, y la Justicia, al
Dios Santo de los Santos.
De la misma manera, Isaac – el hijo de
la promesa – se vio a sí mismo en un
gran aprieto. Hubo una gran crisis, una
hambruna para ser exacto, y lo más
lógico para Isaac era salir de aquella
tierra y residir en un país donde existieran
oportunidades y, por aquel tiempo,
ese país era Egipto. Sin embargo, lo
que Dios le estaba pidiendo a Isaac,
para los ojos humanos, parecía una
locura y algo irracional, pero es en estos
momentos dificultosos de la vida donde
demostramos si realmente creemos o no.
Es en estos momentos que tenemos que
depender de Dios más todavía.
Quizás, como Isaac, estás pasando por
un mal momento, donde la luz al final del
túnel parece no existir. Pues bien, aquí
tienes buenas noticias - ¡la historia de
Isaac no acabó ahí! Y la tuya tampoco
si haces lo que él hizo.
Y ellos respondieron: Vemos claramente
que el Señor ha estado contigo, así es
que dijimos: “Haya ahora un juramento
(Génesis 26:28-29)
“¿Robará el hombre a Dios? Pues vosotros
me estáis robando. Pero decís: “¿En qué te
hemos robado?” En los diezmos y en las
ofrendas. Con maldición estáis malditos,
porque vosotros, la nación entera, me
estáis robando. Traed todo el diezmo al
alfolí, para que haya alimento en mi casa;
y ponedme ahora a prueba en esto —
dice el Señor de los ejércitos— si no os
abriré las ventanas del cielo, y derramaré
para vosotros bendición hasta que
sobreabunde.” (Malaquías 3:8-10)
Tus nombres, como fieles diezmistas
serán llevados a Gerar, donde Isaac
cosechó en abundancia, y estaremos
presentando las vidas de aquellos que
son fieles. ¡Así como Isaac permaneció
fiel a Dios y prosperó, que lo mismo
acontezca en la vida de los diezmistas!
Y es exactamente eso lo que el
SEÑOR enseña cuando dice: “más el
justo por su fe vivirá.” (Habacuc 2:4)
“Mas mi justo vivirá por la fe;
y si retrocede, mi alma no se
complacerá en el.” (Hebreos 10:38)
Eso muestra el casamiento eterno
de la fe con la justicia. La fe
justifica al pecador. Vivir por la fe
es vivir por lo que es justo, íntegro,
correcto, loable y agradable
delante del Santísimo Dios Justo.
Dios es Justicia y nos ha prestado
la Fe justamente para que nosotros
vivamos una vida justa y en
comunión con Él. O sea, de fe en
fe o de justicia en justicia. Ese tipo
de fe es la que agrada a Dios.