Es curioso que la letra de la primera canción del set de Vaya Futuro para este festival inicie con la frase: “Nunca sabes qué viene, entonces mejor abre la mente otra vez”. Y es que el festival es una metáfora de la vida misma. En su hermosa impermanencia la vida es estar tocando un año en el escenario principal y al siguiente ahorrar para poder ver a tu artista favorito. No puedes ver a Morrissey y después ver a Noel Gallagher sin tener que caminar entre los ríos de gente que separan un escenario del otro. No puedes llegar a la zona VIP sin pasar aunque sea un momento por el baño atascado de fans que han tomado mucha cerveza. En 2007 el público abucheo a Calle 13 y hoy recibió a Residente como toda una leyenda. Un día lo tienes todo y al siguiente no tienes nada. Solo queda disfrutar. “Nunca sabes qué viene, entonces mejor abre la mente otra vez”.
En los camerinos, todas las bandas dejan de ser ídolos y se convierten en humanos. En la privacidad de este espacio headliners y abridores son iguales. Con sus miedos, alegrías, nervios y emociones viven cada segundo al máximo. Trabajando antes, durante y después del show. Una vez que terminan de hacer todas las entrevistas salen a ver a sus bandas favoritas y a encontrarse con sus viejos amigos entre el público. Algunos recuerdan el punto de reunión que tenían con ellos cuando iban al festival, donde entre todos juntaban sus pesos para comprar una cerveza y compartir la fiesta. Yo salí a buscar ese lugar a ver si encontraba a mis amigos pero no lo logré. Ahora ese lugar estaba siendo utilizado por una familia que descansaba de tanto caminar empujando una carriola. Todo cambia. Todo se renueva. Así el Vive Latino se renueva y vuelve a nacer. Con bandas nuevas, nuevos medios de comunicación y con gente más joven trabajando en la logística, organización y producción, el festival seguirá siendo el lugar de nacimiento de miles de historias para todos aquellos que hayamos decidido cruzar el túnel y entrar en él.
Cuando el cansancio empieza a pegar tomamos las energías de reserva y todos corremos a ver las últimas bandas del festival. Lloramos, cantamos, brincamos y nos abrazamos. Nos reunimos con gente que perdimos durante el día y a veces nos reconciliamos con viejos conocidos que por ahí pasaban queriendo acercarse más y más al escenario. Solo sonrisas en las caras de todos y cantando al unísono todos somos uno. Todos somos esa banda. Todos somos esa canción. Todos somos este festival. Que no se acabe esto nunca por favor.
Al final, cuando los vasos de cerveza tirados en el suelo toman el lugar de los fans y las luces generales se prenden es momento de irse. Hay que regresar a casa aunque los pies no aguanten más. Es momento de cruzar el túnel otra vez. Es normal no querer cruzar porque hacerlo significa salir de ese lugar mágico para regresar al mundo real. Pero también en el mundo real hay cosas hermosas. Recuerden la letra de la primera canción del set de Vaya Futuro; “No permitas que te cieguen de toda esta belleza. Aunque tal vez no puedas verla créeme que ahí está.” Así que hay que cruzar sin miedo, sin nostalgia y sin tristeza porque “El día que no estemos más, podría llegar mañana”. Después de cruzar el túnel de regreso a la realidad nos daremos cuenta que ya no somos los mismos porque después del Vive Latino ya nada es igual.
Hay un túnel. Un túnel que hay que cruzar con el acceso en la mano y el instrumento colgado al hombro. Cruzar este túnel no es una tarea que debe tomarse a la ligera. El túnel no es solo físico sino también espiritual. Cuando entremos nada volverá a ser igual. Hay nervios en el estómago pero la emoción y la curiosidad nos moverán las piernas hacia adelante y caminaremos a otro lugar dejando el mundo real atrás. Este lugar es el Vive Latino y una vez que estas adentro nada vuelve a ser igual.
Hoy crucé ese túnel con mis amigos. No podía dejar de verles las caras y percibir esa alegría que va más allá de una simple sonrisa. Esa alegría que se manifiesta como un brillo alrededor de su ser. Un brillo que se ha alimentado de años de sueños, esfuerzo, logros y fracasos. Y hoy por fin es momento de hacer ese brillo explotar en el escenario. Es momento de cantar y pasar el mensaje. Es momento de que toquen en el Vive Latino por primera vez.
Subieron en punto de las dos de la tarde al escenario. Miguel golpeó con fuerza la batería y empezó la fiesta. Ros y Armando dieron los primeros acordes mientras abajo entre el público los papás de Andrea la miraban emocionados y orgullosos. Un fan con una máscara de Alien llamó la atención de Luis mientras cantaba sin prisa y con el alma abierta. No sé si ellos pensaron en su cuarto del Hotel Virreyes donde vivieron durante 9 meses después de haber dejado Tijuana pero yo sí. En ese cuarto vivían cuando los vi tocar por primera vez y ahí compusieron canciones que hoy suenan en el sistema de PA. En aquel cuarto empezó ese viaje que los trajo hasta el día de hoy.
Después de 30 minutos el grito del público los abrazó y cuando bajaron del escenario ya eran otras personas, muy diferentes a las que subieron a tocar. Hoy sábado 17 de marzo el Vive Latino vio a Vaya Futuro por primera vez.
No dejaron de pasar por mi cabeza imágenes de todos los años que he sido parte de este festival. Desde ver a The Mars Volta mientras abrazaba a mi hermano hasta cuando le cuidé su dinero y sus lentes a mi hermana adolescente para que se metiera al slam de Save Ferris. Puedo ver a mi mamá en el público con su playera de Yokozuna, orgullosa de sus dos hijos por tocar en su primer Vive Latino en 2008. Puedo ver a mis amigos a un lado del escenario dándonos todo el amor y el apoyo. Solo que hoy estas imágenes son como fantasmas que se aparecen solo para volver a desaparecer. Así que mejor destapo mi primera cerveza y respiro para asimilar todas estas emociones y no soltarme a llorar en cada esquina.
Aunque el festival tiene ya 20 años de existir no envejece. Hoy más que nunca se renueva. Hay caras nuevas en todos lados. Nuevas bandas haciendo nuevos fans y leyendas haciendo historia al lado de viejos amigos. Hay familias en el público. Papás que le enseñan a sus hijos a amar la música como a ellos seguramente sus padres les enseñaron. Solo basta con pasar caminando por la curva y extender los brazos para sentir la energía de más de 70 mil almas que año con año hacen posible este festival. Ellos son el esqueleto que sostiene los sueños de los músicos que tocan en los escenarios de esta fiesta.
“…No sabes que viene
Es imposible
y hay otras formas de llegar a ese lugar que imaginaste.
No permitas que te cieguen de toda esta belleza
Aunque tal vez no puedas verla créeme que ahí está
El día que no estemos más, podría llegar mañana
No permitas que te cieguen de toda esta belleza…”
Vaya Futuro
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EL TUNEL
Arturo Tranquilino
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