SÁBADO: UNO ENTRE 80 MIL.
Fabian Aranda
SÁBADO: UNO ENTRE 80 MIL.
Fabian Aranda
Hace casi 20 años fui uno entre 15 mil. Tenía 16 años y era el primer Vive Latino para todos. Los recuerdos acumulados en cada edición se confunden y se mezclan unos con otros. Lo que sí tengo presente, claro como el agua, es que cada vez que arribo al Foro Sol me invade el mismo sentimiento: sentir que estoy fuera del tiempo, que esa burbuja llamada Vive Latino no es sólo un festival, es un santuario de alegría y gozo. Un encontrarse con ese otro que tiene miles de gargantas dispuestas al canto y miles de oídos listos para fluir entre los acordes.
Este año fue distinto pues una ilusión se hizo posible: prestar mis manos para colocar apenas un ladrillito en la construcción de esta historia. Y como soy de vieja guardia y aprendí el periodismo antes de Internet, llegué armado con libreta y pluma para cumplir la encomienda: capturar esos momentos que, dentro de algunos años, serán parte de los recuerdos de esas generaciones que apenas hoy arribaron a VL.
Navego ahora entre los garrapateos de mi libreta: un dato por aquí, un comentario por allá: salpicadas en el papel danzan cientos de imágenes, sensaciones y sonidos. La estampa de una chica en silla de ruedas compartiendo canciones con un joven invidente. El rostro feliz y eufórico de Yayo González de Paté mientras animaba al público a saltar con sus rolas vintage. El retumbar de los coros cuando Él Mató liberó a “Yoni B”. La sonrisa retadora de un niño ante la mirada incrédula de un instructor de skating en El Parque. La brisa fresa compartida con Miguel Solís al acercarse la recta final de esta fiesta.
Navego entre mis anotaciones como el sábado navegué en un océano de camisas hawaianas, vestidos cortos, pantalones rotos, bermudas, penachos rojos y rostros en papel de los Molotov. Me pierdo en los rayones y palabras tal cual se perdió la pena de bailar “La Guaracha Sabrosona” cuando Líber llamó a tarima a Alberto Pedraza; igual que se perdió el miedo a que Morrisey no saliera al escenario; justo como tantos se perdieron en una ola de recuerdos al ser bombardeados por el segundo embate del Rock en tu Idioma Sinfónico.
Busco en mi cuaderno lo más destacado, lo más sublime, lo más emblemático de ese sábado con sol a tope, indicando que sí señor, ya llegó la primavera y llegó bailando. Busco con las mismas ansias con las que miles de ojos se asomaban a su app o a su programa para saber qué empezó dónde y apresuraban el paso para no perderse aquella rola. Busco con el esmero con que los distribuidores de chela cazaban a los sedientos para apagar su sed mientras, cómo no, también cantaban. Busco, en fin, con la misma alegría impresa en el rostro que portó Guille Bonetto al regalarnos “Alas canciones”.
Poco el espacio y muchos los instantes capturados: Dr. Shenka y Kchiporros cantando “Las flores” en el Momentos Indio; el experimento social-bailable de Francisco, el Hombre, pidiendo al público abrazarse para bailar; un niño sobre los hombros de su padre cantando “La Carencia”; besos, risas, más besos, abrazos y selfies allá donde se ponga la vista. Un sábado, un 17 de marzo, hurtado impunemente al calendario. Un Foro Sol robado sin punición alguna a las reglas de esta dimensión. Se quebraron el tiempo y el espacio, como cada año desde hace 20, para dar vida a esa burbuja apacible en la que la música marca el pulso de 80 mil almas. Su servidor: uno más entre los 80 mil a la caza de instantes.
Momentos capturados
Demasiado maravillosos
Son treinta años ya desde que Los Cafres van por ahí tirando su reggae fino y profundo. La conexión con su público es única, sensual y cálida. A Guille se le pinta la sonrisa cuando la gente canta “Alas canciones” y “Perdón”, ambas de su más reciente álbum. Pero nada lo prepara para recibir ese abrazo de miles de voces cuando “Aire” y “Tus ojos” suenan. Con la voz quebrada solo atina a decir: ‘son demasiado maravillosos, México’.
Él Mató a la Carpa Doritos
Pues sí, la mató. Completamente abarrotada por esos fans from hell de la banda argentina, la Carpa Doritos presenció uno de los momentos más intensos del sábado. Con su habitual despreocupación, Santi y compañía salieron a tocar. Pero el público estaba demasiado caliente, muy deseoso de desgarrar su garganta. Así lo hicieron con cada tema, con “Yoni B”, con “Tesoro”… y la cosa no estuvo “Más o menos bien”, estuvo increíble.
El instante vintage
Cómo es que Paté de Fuá se ha ganado un espacio en el corazón del rock es todo un misterio. Pero no hay duda de que lo ha hecho. Mientras el sol iba cayendo tras el gusano naranja del fondo, una versión rockstar de Yayo González –camisa desabotonada, sin boina y empapado en sudor- lanzó al público el pretexto ideal para levantar vasos y corear: su versión dixie de “Estos celos”. Una presentación enérgica y divertida en la que Yayo sentenció: ‘No sólo rock se escucha en el Vive Latino’.
Todos giran en la “Carretera”
El segundo round chavo-ruquero del Rock en tu Idioma Sinfónico se mudó en esta edición al escenario principal. En esta ocasión fueron convocados Sergio Arau, José Fors, Andrea Echeverri, Javier Gurruchaga, Héctor Quijada y tantos más. Pero uno de los momentos más sensibles del show cayó cuando la Arpía, nuestra amada Cecilia Toussaint, subió a cantar “Carretera”. Y por más que se piense que el público eran treintañeros y pa’rriba, estos ojos vieron a muchas damas jóvenes dejándose rodar por esa línea recta.