4. El poder de los likes.
“Las redes sociales incentivan una actitud en la
que la gente espera una compensación
instantánea y no son capaces de apreciar que el
trabajo cuesta su tiempo”, cuenta Andrews. No
midas tu éxito a partir de los likes. Si no eres
famoso de la noche a la mañana no te
decepciones, el reconocimiento tarda en llegar.
5. El dinero habla.
El objetivo final de todo esto es acabar haciendo algo que te
gusta mientras vives de ello. Según Nor, antes que todo, “haz una
web”. Una tienda online es la mejor manera para que la gente te
apoye económicamente con tu arte y es “la única forma en la que
vas a poder hacerlo y vivir de ello.” Instagram también puede ser
una buena opción en términos comerciales. Los tres artistas lo
usan para vender sus proyectos personales en paralelo con las
piezas reguladas. Y cuando se negocian los precios con los
clientes no hay que tener miedo a decir: “Esto es lo que cuesta y
no voy a regatearlo”. Hay que confiar en el valor de nuestro arte –
solo tu sabes cuál es el valor de tu obra.
6. Empiézalo ya.
No esperes a que alguien te diga lo que tienes que hacer –
empieza lo que sea. Nor tiene una cosa muy clara; “Haz tu
propio trabajo, hazlo en tu tiempo libre, ponte tus propios límites
y pásalo bien mientras lo hagas”. Andrew cree que no hay que
tener ninguna idea preestablecida de lo que debería ser el arte.
Hay que buscar lo que funcione a cada uno.
7. Créetelo.
Al final del día todo lo que hagas te va a pertenecer a ti.
Solo a ti. La mayoría de clientes que se acerquen a ti lo
harán porque les gusta tu estilo y eso lo deberías tener en
mente cuando estás produciendo algo para algún agente
comercial. “Estás plasmando tu marca personal en su
trabajo”, dice Andrews. “Tienes que tener presente sus
necesidades y buscar un punto en el que tu estilo y el suyo
se encuentren”, finaliza. Tampoco hay que tenerle miedo al
ser selectivo con la gente para la que trabajas. Nor y Sachs
están de acuerdo en que hay que saber decir que no si
crees que tu estilo no va a funcionar con el suyo. Es
importante saber en qué dirección va tu arte.
“Recientemente me negué a trabajar con un cliente porque
creía que era una compañía maléfica y no me sentía bien.”