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Sol penetrante
Adjetiva el poeta que cifra lo mejor en el no nato
Alegría del cangrejo
En la oquedad a la espera de la penosa lascivia
Nada o casi nada queda ya en pie
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Columnas reconstruidas
No está la señora de senos múltiples o tal vez testículos
Con su pelo encastillado: la reina de las fieras
El tiempo se antoja largo y carente de luz pero el espacio es
Claro al instante
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También en la orilla dejada
Allende el templo del dios del mar
Donde aún convergen los peregrinos
Allí el misterio es la calima en lontananza
Un canto de chicharra es la eternidad
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Y las algas son grebas mientras se bañan los que llegan
Antes de iniciar la ascensión hacia la roca del oráculo
Para repetir abluciones en la fuente de la adivina
Pitonisa cuya voz sin engaño ni ungüento atraviesa los años a miles
Sobre la tierra toda ¡culto al que desde lejos hiere!
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¡No es cómodo seguir el rastro!
Tras la puerta triangulada el cementerio circular y más arriba el palacio
Extramuros la audaz cisterna subterránea
Siempre el vestigio
Incluso en el seno de la madre primera