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26 570 Por tal oriente un ciego recitó los versos Pero no eran suyos sino del común Eran cantos al valor inmediato y a la astuta espera Cantos del regreso y la humana finitud En este asentamiento entre montañas 575 Abierto y que cae al mar como una lengua de lava Y el cálido viento del interior que pica las olas no se los lleva Porque están en la memoria Dicen poco en esta misma bahía las aguas y los barros El islote y el istmo artificial del nada profundo mar 580 Desde donde el pluralista partió para enseñar en la metrópoli Pero lo siguiente no fue un colofón (¿alguien oyó un relincho?) Fue una jornada que se dilató hacia el sur como derretida Sin apenas qué beber Guiados por dos lugareños subimos al altar de la antiquísima diosa 585 Aquí nació quien se mofó del antropomorfismo de los dioses Vimos claro más abajo y también en la costa tuvimos noción Al pie de los meridionales muros Y supimos que en los valles vecinos Los propios ríos (con o sin meandros) desplazaron al mar 590 Impidiendo el natural drenaje Había dioses sí Donde los niños jugaban a las tabas Donde ahora conviven tortugas y ranas y ocas y rojas libélulas A la sombra de eucaliptos y una higuera