referente a Ezkioga, y condicionó las decisiones de las autoridades
eclesiásticas hasta el final de todo el affaire de Ezkioga. Se podía
barruntar que, por ese camino, las apariciones de Ezkioga podían
llegar a un final de condenación, en razón de la dura crítica que
suponía la desautorización del Párroco de Zumárraga. Aquel acto
tenía su parecido más exacto en la profecía de Zacarías: «Heriré al
pastor y se dispersaran las ovejas» (Zac 13, 7). En efecto, el acto
negativo del Vicario General dejó sin pastor a las ovejas fieles de
Ezkioga. La desautorización de la Comisión creó una atmósfera
extraña en la cual la desobediencia se hizo una práctica normal.
Ya el propietario del campo -Sr. Echezarreta- cobraba una
cuota de entrada en el lugar de las apariciones. Luego, el mismo
propietario construyó -sin permiso- un tablado donde los videntes
tenían sus apariciones. Se erigió en el lugar de las apariciones
una cruz sin autorización. El Sr. Imaz pretendió construir una
capilla que recibió la desaprobación de la Iglesia44. Se prohibió a
los sacerdotes el acceso al lugar de las apariciones45.
2-Ovejas sin pastor
El fenómeno más negativo que siguió a la supresión de
la Comisión fue la actuación de numerosos particulares que
asumieron la iniciativa de proteger a los videntes. En los libros
sobre Ezkioga reciben el nombre de Promotores los favorecedores
de Ezkioga, que actuaban independientemente de D. Antonio
Amundaráin, responsable de los asuntos de Ezkioga. Entre ellos
descuella Carmen Medina. Tomó a su cargo la protección de los
videntes, ganando su simpatía, procurándoles dinero, regalos,
viajes, cursos de ejercicios espirituales en Casas de Ejercicios,
etc., hasta el punto de tenerlos prácticamente sumisos a sus
deseos. La protección que Carmen procuraba a los videntes con
una actuación de maternal generosidad, estaba condicionada por
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PE, Doc. 6.
PE, Doc. 5.
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