EZKIOGA A.M. Artola, CP | Page 4

PRÓLOGO La impresionante atención que en julio de 1931 prestó a Ezkioga el pueblo católico español tiene dos explicaciones. En primer lugar, España se convertía en una nación mariana privilegiada con una aparición de la Virgen. En efecto, los devotos de María se sentían un poco defraudados por el hecho de que las grandes apariciones marianas aprobadas oficialmente por la Iglesia que empezaron con la Milagrosa en 1830, parecían olvidar la tierra española. Por fin, en Ezkioga la Virgen fijaba sus ojos amorosos sobre la Península. En segundo lugar, la aparición acontecía al día siguiente de las elecciones constituyentes que dieron su apoyo nacional a la II República Española. Los católicos miraron la legitimación de la República como un gran desastre para la Iglesia. Si la Virgen aparecía coincidiendo con el triunfo de la República, era señal evidente de que su presencia ratificaba la validez de la tradición católica española. Este doble efecto de la aparición atrajo sobre la Campa de Anduaga un número increíblemente crecido de peregrinos de toda España, y de algunos países católicos extranjeros. Pero aquel súbito fervor popular dividió a los creyentes en dos grupos. Por una parte, los primeros videntes se mantuvieron fieles al espíritu de las apariciones que consistía en una llamada a la plegaria colectiva por las necesidades de los nuevos tiempos; otros empezaron a tomarlas como bandera política antirrepublicana. Fueron los llamados «segundos videntes». Estos desviaron la atención de la masa de peregrinos degenerando en abusos que la Iglesia condenó. Y Ezkioga cayó bajo la indiscriminada acusación de ser una aparición falsa. Muchos años duró aquella mentalidad unívoca. A los 80 5