20
Por Leandro Parulla.
Serie: Llamados por Dios.
HACIENDO FIRME VUESTRA VOCACIÓN.
En la edición anterior estuvimos meditando acerca de la experiencia de cómo hemos recibido y llegado al llamado de Dios, dándonos él su salvación y camino de nueva vida en Cristo. Ahora bien, a medida que vamos avanzando no solo en meses y años dentro de la congregación a la cual asistimos, sino sobre todo en experiencias de vida como cristianos que somos, tenemos la necesidad de alcanzar la madurez y comprensión de lo que implica ser llamados por Dios para ser siervos suyos en todas las áreas de nuestra vida.
El Apóstol Pablo nos da una reseña de exhortación en amor acerca de esto en Efesios 4:1 diciendo: “Yo pues, preso en el Señor, os ruego que andeis como es digno de la vocación con que fuisteis llamados.”
"Tenemos la necesidad de alcanzar la madurez y comprensión de lo que implica ser llamados por Dios".
Así como también el Apóstol Pedro en su segunda carta en el capítulo uno y verso diez dice: “Por lo cual, hermanos, tanto mas procurad hacer firme vuestra vocación y elección; porque haciendo estas cosas, no caeréis jamás.” Si bien sabemos que Dios nos ha llamado conforme a su propósito y en su gracia (2ªTimoteo 1:9) también tenemos esta responsabilidad de hacer firme nuestra vocación y elección, no sólo por la necesidad en nosotros mismos de
experimentar la voluntad de Dios sino por muchos que se pierden y no conocen a Dios.
No hay privilegio más elevado para el hombre en esta tierra que conocer el llamado y propósito del Dios creador de todas las cosas. Hoy como miembros del cuerpo de Cristo y estando en los tiempos finales de esta humanidad debemos afirmar y declarar no sólo de palabras sino en hechos de que somos Hijos de Dios, miembros del Reino de los Cielos llamados a dar a conocer la verdad del evangelio de Jesucristo a toda criatura.
Amados hermanos, pensemos un instante, la palabra de Dios dice “Y sabemos que a los que aman a Dios, todas las cosas les ayudan a bien, esto es, a los que conforme a su propósito son llamados” (Romanos 8:28). Este pasaje es tan conocido como citado cuando nos alentamos los unos a los otros al estar atravesando distintas circunstanstancias difíciles, pero esto va mucho más allá, cuando dice "todas las cosas" Dios mismo nos habla de que ya no