Líquido:
Los líquidos, al igual que los sólidos, tienen volumen constante. Los líquidos se caracterizan por una resistencia al
flujo llamada viscosidad.
La viscosidad de un líquido crece al aumentar el número de moles y disminuye al crecer la temperatura. La viscosidad
también está relacionada con la complejidad de las moléculas que constituyen el líquido: es baja en los gases inertes
licuados y alta en los aceites pesados. Es una propiedad característica de todo fluido (líquidos o gases).
En los líquidos las partículas están unidas por unas fuerzas de atracción menores que en los sólidos, por esta razón
las partículas de un líquido pueden trasladarse con libertad. El número de partículas por unidad de volumen es muy
alto, por ello son muy frecuentes las colisiones y fricciones entre ellas.
Así se explica que los líquidos no tengan forma fija y adopten la forma del recipiente que los contiene. También se
explican propiedades como la fluidez o la viscosidad.
En los líquidos el movimiento es desordenado, pero existen asociaciones de varias partículas que, como si fueran
una, se mueven al unísono. Al aumentar la temperatura aumenta la movilidad de las partículas (su energía).
Algunos ejemplos del estado liquido son agua, refresco, la sangre, el jugo, la leche, el mercurio...
Gas:
Los gases, igual que los líquidos, no tienen forma fija pero, a diferencia de éstos, su volumen tampoco es fijo. También
son fluidos, como los líquidos.
En los gases, las fuerzas que mantienen unidas las partículas son muy pequeñas. En un gas el número de partículas
por unidad de volumen es también muy pequeño.
Las características del estado gaseoso es aquel estado de la materia en el cual las sustancias presentan volumen y
forma indefinidos y muestran poca respuesta a la gravedad
Al aumentar la temperatura las partículas se mueven más deprisa y chocan con más energía contra las paredes del
recipiente, por lo que aumenta la presión
Algunos ejemplos de este estado son, el agua al evaporarse, hidrogeno, dióxido de carbono…