Escuela de Recuperación 8 Día de la Tradición | Page 27

24 Pareciera que aquella distinción entre el gaucho «bueno» y el «malo», dentro del mito asimismo es muy relevante porque permite entender lo paradójico de este mito. Sarmiento hizo hincapié en la existencia nómada del gaucho, en su comportamiento rústico, en su capacidad de sobrevivir en la pampa, cuya misteriosa belleza y peligro oculto le fascinan, pero sobre todo identificó al habitante de la pampa como un ser incivilizado, opuesto al avance del progreso en comparación con los refinados ciudadanos “que visten traje europeo, viven de la vida civilizada... [donde] están las leyes, las ideas de progreso, los medios de instrucción...”. CAPÍTULO 3. GAUCHO A lo largo del siglo XX declinó la literatura gauchesca (si bien pervive, sobre todo en las payadas y en las letras de las canciones folclóricas), aunque se produce un curioso fenómeno: la aparición del gaucho en la historieta (son los casos de Santos Leiva, Lindor Covas, el cimarrón, El Huinca, Fabián Leyes, etcétera, que presentan al gaucho decimonónico en sus aspectos más virtuosos). Estos gauchos de historieta idealizados en exceso ya tenían su contrapartida en la narrativa visual de las pinturas hechas por Florencio Molina Campos en donde con gracia es presentado un gauchaje más humano, en los 1970s la tradición visual que representa graciosamente si bien con respeto al gauchaje es proseguida por otros gauchos de historieta: El gaucho Carayá y, especialmente, Inodoro Pereyra (El Renegau), un excelente homenaje en clave humorística realizado por Roberto Fontanarrosa. La imagen del «gaucho malo» se encuentra también en el Juan Moreira, 1880, la novela de Eduardo Gutiérrez. Este texto relata la vida de un personaje existente y típico del paisaje tradicional pampeano: Juan Moreira. Cuenta los juegos valientes de este «Robin Hood» argentino, cuya nobleza contrasta con un rastro de crímenes horrendos y 3.6.3 muertes insidiosas. Sin embargo, aquella violencia tiene una razón que le disculpa al gaucho. En la obra de Gutiérrez, el gaucho, víctima de la sociedad, vuelto malo por la injusticia a la cual se ve sometido, se rebela contra la ley. Su astucia y su temeridad son la base del mito criollo (iniciado por el Martín Fierro). Su inferioridad social y su mala reputación le obligan al gaucho a aislarse, volviéndose un ser violento y antisocial. Este gaucho es llamado, según la expresión popular, «gaucho matrero». El gaucho matrero simbolizado por el Martín Fierro Ricardo Güiraldes, en Don Segundo Sombra, 1926, vuelve a transformar el campo en poesía. En palabras de Lugones: «Paisaje y hombre ilumínanse en él a grandes pinceladas de esperanza y fuerza. Qué generosidad de tierra la que engendra esa vida, qué seguridad de triunfo en la gran marcha hacia la felicidad y a belleza». Al idealizar al gaucho con líricos toques de virtud y heroísmo en una relación de completa armonía con la naturaleza, nutre el concepto que ha creado el estereotipo del gaucho tan evocado en el folclore argentino. Si se quisiera contar la historia del gaucho malo, habría que comenzar con el Santos Vega donde el gaucho es malvado y culpable, y continuar en el Martín Fierro donde es forzado por la autoridad injusta a matar y pelear a ”la partida”, pero se incorpora finalmente al Sistema. En cambio en Moreira, el gaucho matrero se convierte en un superhéroe peleador quién, herido mortalmente por la policía, se muere finalmente en su ley. Todavía ahí no termina la línea del mito del héroe rebelde: encontramos, casi en la actualidad, al bandido-héroe Mate Cosido que, perseguido en el Chaco por la policía, es querido y protegido por los pobladores porque no roba a los pobres sino a las grandes empresas explotadoras y se convierte, así, en una forma de vengador del oprimido. Hay que considerar, sin embargo, que tanto Juan Moreira como Mate Cosido fueron personas reales y no meros personajes literarios, como sí es el caso de Martín Fierro. En cuanto a Santos Vega, el personaje literario parece estar basado en alguien que realmente existió pero de quien prácticamente nada se sabe. Portada del libro Martin Fierro, primera edición. Puesto que el Martín Fierro está visto como la «Biblia Gaucha», parece relevante utilizarlo como base principal para el análisis del mito del gaucho matrero. Este poema de José Hernández fue escrito en 1872 con el título «El Gaucho Martín Fierro» y su continuación «La vuelta de Martín Fierro» salió en 1879. Tiene la particularidad de no estar escrito correctamente en la forma culta de la lengua española, sino que se copia fonéticamente la manera de hablar del gaucho. Gracias a este texto épico