ESCUELA DE DESCODIFICACIÓN BIOLÓGICA ORIGINAL 2015 2017 Vol.4 | Page 45

Estrés y embarazo

La sangre que llega al bebé a través del cordón umbilical contiene sustancias nutritivas, que permiten su desarrollo fisiológico, su crecimiento. También transporta elementos transmisores, creados por el cuerpo de la madre, que componen la “química de las emociones”. Desde esta perspectiva, una emoción es, en primer lugar, una función fisiológica que dispara una serie de respuestas del organismo. Las sustancias que se generan en la madre, cuando aparece una emoción, viajan por su sangre y tienen efectos en el bebé. Las hormonas del estrés son unas de estas sustancias químicas que se encargan de transmitir información entre las distintas partes del cuerpo.

Una madre gestante con estrés continuado produce efectos sobre el bebé. Efectos inherentes al sistema de respuesta fisiológico que libera las hormonas del estrés. El sistema nervioso autónomo de la madre, dará la orden a las glándulas suprarrenales que se encuentran encima de los riñones, para que liberen epinefrina y norepinefrina (también denominadas adrenalina y noradrelina). Estas hormonas aumentan el ritmo cardíaco, la presión sanguínea y el contenido de azúcar en sangre. También le llegan al bebé a través del torrente sanguíneo, produciendo los mismos efectos y pudiendo condicionar el desarrollo celular. Este conjunto de cambios fisiológicos llevarán al bebé a un estado emocional similar o igual al de la madre, ante la situación que provoca el estrés, como tensión, nerviosismo o ansiedad.

Una exposición prolongada a las hormonas del estrés, enseñan al cerebro en desarrollo a reaccionar según la modalidad de “huida o combate” a lo largo de toda la vida, aunque sea inadecuado. Por otra parte el empeño de la madre en el amor y la alegría inunda ese mismo cerebro en desarrollo con endorfinas y neurohormonas “positivas”, por ejemplo la oxitocina, que favorece una sensación sostenida de bienestar. Las emociones e incluso los pensamientos de una madre afectan directamente la “configuración” de la mente de su bebé.

En el entorno social y laboral, en que se mueve habitualmente una madre gestante, es muy difícil que pueda mantener un estado continuado de relajación. Tampoco es necesario obsesionarse en ello. El estrés, es algo inherente al ser humano desde sus orígenes. Su utilidad ha ido variando con su evolución, pero en ocasiones, dentro de unos límites en cuanto a intensidad y duración en el tiempo, sigue siendo beneficioso ante situaciones de peligro o actividades que exigen cierta tensión y concentración. Lo importante será poder controlarlo. Evitar situaciones altamente estresantes o actividades que supongan su continuidad en el tiempo.

Hay muy poca comprensión en algunos ambientes de trabajo, de las necesidades emocionales de una madre gestante y de lo importante, para ella y su bebé, de sentirse tranquila, relajada, feliz. Lo que menos necesita son presiones, agobios, nervios y acabar estresada. Ni siquiera se toman en cuenta los cambios fisiológicos que, según el tipo de trabajo, pueden ser un obstáculo para seguir desempeñando ciertas tareas. A veces, no sé porqué extraña razón, aún se les exige más, mostrando incomprensión y desprecio a su estado. Habrá madres gestantes que en su trabajo están muy a gusto, pero otras, sea por el tipo de trabajo o por el ambiente que le rodea, pueden ser afectadas física o emocionalmente y deberían poder optar a un permiso -como el de maternidad, una vez nacido su bebé y sin reducción de éste-, que le permitiera una gestación saludable.

Si hay causas ajenas inevitables, laborales o emocionales, que causan estrés intenso o continuado, hay que tomar medidas. Cada caso será diferente, con mayores o menores posibilidades de modificar esas causas, pero siempre podemos intentar controlar nuestras reacciones, mantener la calma y tener una actitud positiva. Actitud fruto de la priorización de nuestro bienestar (que es también el del bebé), que nos ha de dar la fuerza y convicción necesarias para que la alegría y la felicidad de sentirse madre esté por encima de todo. Por desgracia, en ocasiones, el entorno social, laboral o familiar, lo ponen difícil y sólo queda tomar conciencia de nuestro estado alterado e intentar relajarnos. Hay diversas formas de relajación, pero una muy rápida y efectiva es:

Situarse en un lugar tranquilo (como puede ser el lavabo de la oficina), sentarse, cerrar los ojos y concentrarse en la respiración, lenta y suave. Después de unas cuantas respiraciones, al inhalar el aire, cerrar fuertemente las manos, aguantar así la respiración unos segundos y, de golpe, exhalar todo el aire a la vez que se abren los puños. Al hacerlo, aflojar todo el cuerpo. Repetirlo tres veces y después de la última mantener el cuerpo suelto y flojo.

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