Leer-nos implica explorar los mecanismos por los cuales asumimos “personajes” que nos gobiernan la vida, producto de mandatos, exigencias silenciadas ancestralmente y expectativas ajenas que por “fidelidad” al clan no sabemos sacarnos de encima.
Leer es siempre una experiencia de entrecruzamientos de factores: lo que necesitamos, lo que se nos “aparece” en un momento determinado casi como de forma mágica (“¡Eso es lo que esperaba encontrar”!), y –finalmente- las lecturas ya realizadas tiempo atrás que se resignifican con una nueva idea. Pues cuando se trata de “leer” nuestra vida, ocurre lo mismo…
Analizamos una dolencia partiendo de un primer hallazgo (que a veces se hace esquivo, pero hay que cazarlo): “qué necesito, qué me faltó”. Luego advierto que algo a modo de “señal” me indica una dirección nueva a mis días (un tema, un saber, un concepto, una emoción, una idea…); y ya en plena conciencia de ese síntoma, resuelvo hacer algo diferente. Evidentemente las estrategias usadas antes ya han perdido vigencia, efectividad o sentido…
Necesidad. Señal. Transformación. Las tres patas de un caldero donde poner a humear unos sentires que precisan nuevos caldos…La lectura del sujeto desde el análisis transgeneracional va en esta dirección. Recuperemos, en este sentido, una idea básica de Carl Jung “Todo lo que no es reconocido vuelve bajo la forma de destino”.
Cuando necesité comprender situaciones biográficas perturbadoras y hacerme cargo, cuando asumí ver de frente el dolor y la angustia que replicaban en mi presente, que congelaban mis decisiones, que hablaban desde el lenguaje de órgano (eso que llamamos “enfermedad”) hubo quienes me acompañaron. Parto del psicoanálisis de Sigmund Freud y de los postulados de inconsciente colectivo de Carl Jung. Distintas posiciones teóricas enriquecieron la obra de Freud. Yo abrevo en las voces pioneras en estos enfoques de la psicogenealogía y la resiliencia (Boris Cyrulnik, Françoise Dolto, Vincent de Gaulejac, Nicolás Abraham, Christopher Bollas, María Torok, Didier Dumas, Alice Miller, Salomón Sellam, Haydée Faimberg, y -obvio- Anne Ancelin Schützenberger) que me alentaron a investigar en la biopatografía oculta en la letra chica de los contratos familiares. Por tanto, no podemos dejar de apreciar el inmenso tesoro de abrirnos a la dimensión que ofrece el inconsciente: tanto individual, como colectivo, y –desde el “trans”– el inconsciente familiar.
Considerando que la psicogenealogía abreva en las profundidades del inconsciente que se transmite de generación en generación, volvemos a Freud: en su obra pensó al sujeto como la imagen de un iceberg: vemos muy poco en la superficie, las dos terceras partes —que son la base y nos dirigen— están bajo el agua sin dejarse ver. Solo por medio del buceo en el inconsciente sumamos más espacio con sentido a nuestra existencia. Es en Tótem y tabú donde se refiere a la transmisión de generación en generación a través del inconsciente y plantea en los albores del siglo XX una disciplina de la cual hoy han derivado diferentes propuestas, una de ellas es la psicología transgeneracional o psicogenealogía.
LEER-NOS
PARA TOMAR CONCIENCIA
Solo por medio del buceo en el inconsciente sumamos más espacio con sentido a nuestra existencia.
Diana Paris
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Revista EDBO Descodificación Biológica │ Terapia & Salud