EL CAMINO DE GIORGIO ARMANI: DE SOÑAR CON MEDICINA A CREAR 9,000 MDD EN MODA
Giorgio Armani, el nombre por sí mismo se asocia al estilo. El mismo redefinió la moda del siglo XX con una visión empresarial que trascendió pasarelas. Desde sus primeros pasos en la industria hasta la consolidación de una de las casas de moda más influyentes del planeta, su historia se convirtió en referente mundial.
La noticia de su muerte abre un espacio para revisar cómo edificó un imperio que va más allá de la ropa, cuál fue la magnitud de su fortuna, qué negocios impulsó en distintos ámbitos y cómo dejó preparado un plan de sucesión que asegura la permanencia de su legado.
Giorgio Armani nació en Plasencia, Italia, el 11 de julio de 1934 en una familia sin tradición en la confección. Según la revista especializada en moda Vitak, inicialmente pensó en estudiar medicina, pero con el tiempo descubrió inclinación artística a través de la fotografía.
Tras la Segunda Guerra
Mundial, la situación de su familia se complicó: su padre fue encarcelado y Armani, aún niño, debió asumir responsabilidades mayores.
En ese espacio permaneció varios años hasta que conoció a Sergio Galeotti, quien lo animó a crear su propia marca. En la década de 1970 abrió su primera tienda y presentó una colección masculina en 1976. Los trajes que introdujo tenían cortes distintos a lo común en Italia: pantalones más sueltos, camisas sin rigidez en el cuello y sacos con holgura. Ese cambio generó una revolución en la moda masculina.
El éxito se amplió con la década de 1980, cuando sus diseños aparecieron en la película American Gigolo, protagonizada por Richard Gere. Ese momento catapultó la marca al escenario global. A la par, Armani diversificó su oferta hacia ropa interior, accesorios y perfumes, en alianza con L’ Oréal. Durante esos años surgieron líneas como Armani
Jeans, Emporio Armani y Armani Junior.
La fortuna de Giorgio Armani
En junio de 2025, Bloomberg estimó la fortuna personal de Giorgio Armani en 9,000 millones de dólares( mdd), lo que lo convertía en uno de los hombres más ricos de Italia.
A diferencia de otros diseñadores, el italiano se convirtió en un ejemplo de independencia y visión a largo plazo en el mundo de la moda, porque fue uno de los diseñadores que nunca vendió su marca, pues su prioridad siempre fue mantener el control creativo y la integridad de su empresa, no solo por motivos financieros, sino también por el vínculo profundamente personal que tenía con la firma. A pesar de los años y de las especulaciones sobre su sucesión, Armani se mantuvo al frente de su imperio, dirigiendo cada colección y asegurando que su estilo y filosofía permanecieran intactos.
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