En los hogares geriátricos cuentan con un servicio de alta complejidad que brinda cuidados especiales y atención médico-geriátrica, y se focaliza en ancianos que padecen enfermedades. En cambio, las residencias son instituciones no sanatoriales que se dedican a albergar, alimentar, asistir socialmente e higienizar a personas que superan los 60 años.
También se les brinda atención médica y psicológica, la mayoría de los adultos que ingresan se encuentran dentro de la franja que va desde los 71 años hasta los 80; la segunda franja que más ancianos agrupa es de 81 a 90 años. Hoy en día en la sociedad algunos jóvenes y adultos se refieren a los abuelos con falta de respeto, tolerancia y, sobre todo, indiferencia que sufren cuando llegan a cierta edad. Los hogares son una especie de jaulas de oro. Tienen comida, un lugar para dormir, pero les falta lo más importante: el afecto y el amor de la familia. Es por esta razón que algunos ancianos se niegan a recibir ayuda profesional porque sienten que serán abandonados y que no están enfermos para ir a estos lugares.
RECHAZO A LA AYUDA PROFESIONAL
Principalmente los ancianos rechazan la ayuda profesional debido a que no aceptan sus condiciones físicas, sus enfermedades y siente que aún son capaces de continuar su vida sin ningún tipo de ayuda. Pero es más duro para los familiares l convencerlos y llevarlos contra su voluntad a esos hogares donde recibirán ayuda profesional.
A medida que la persona que proporciona los cuidados va aceptando la realidad de la situación de dependencia, empieza a darse cuenta de que la enfermedad de su familiar no sólo va a influir en la vida de éste, sino que también va a alterar profundamente su propia vida y la de las personas que le rodean. En esta fase, los cuidadores suelen comenzar a buscar información para aprender lo máximo posible acerca del trastorno o trastornos que sufre su familiar y sobre sus posibles causas.