Entremanos nº4 4ª época | Page 23

sino que dependen tan solo del punto de vista. Pero ¿y el Norte y Sur?, ¿sucede lo mismo con ellos? ¡Mirad este otro planisferio! Queda raro, ¿verdad?... Es el planisferio Mc Arthur, que como se puede intuir viendo su mapa, era de Aus- tralia. McArthur era un estudiante australiano de intercambio en Japón. Allí, donde no tenían unas tutorías tan chulas como las nuestras para trabajar la empatía y siendo una sociedad muy clasista, los compañeros japoneses se reían de él por vivir en un país que estaba por debajo del suyo. McArthur, harto de tanta burla, ideó este mapa que es tan real como el de Mercator. Tenemos claro lo que es el norte y lo que es el sur pero, ¿por qué asociamos al norte el adverbio “arriba” y al sur el de “abajo”? Nuestro planeta está situado en un universo del que desconocemos los límites. No podemos precisar qué posición ocupamos en él y por tanto, nos es imposible saber qué es lo que realmente está en la parte superior y qué está en la parte inferior. anécdota del pobre McArthur, arriba y abajo no son adverbios inocentes, sino que están cargados de connotaciones positivas y negativas respectivamente. Por ejemplo, en una empresa, cuando nos proponen ocupar un cargo de mayor responsabilidad, nos están ascendiendo, ya que los de arriba, son los altos cargos. A los equipos que quedan últimos en sus ligas, les hacemos descender, mientras que si jugamos a la lotería, soñamos con comprarnos un ático antes que con un primer piso. Y si nos fijamos otra vez en nuestro primer mapa, arriba tenemos el mundo próspero y avanzado y abajo, el poco desarrollado. Es muy aventurado decir que esto es por causa de la posición que ocupan en nuestra representación del mundo. Por supuesto, hay muchos otros condicionantes. Pero que justo coincida con nuestra manera de pensar Si esto fuera así, podríamos darle una lectura positiva: si transformamos nuestra manera de representar, de interpretar y de ver nuestro mundo, ¿podríamos sentirnos más incómodos a la hora de tolerar tantas desigualdades?, ¿Actuaríamos más enérgicamente por cambiarlo? Dicho de otra manera, ¿podríamos empezar a cambiar el mundo imaginándolo de otra manera en nuestra mente? Profesor Jones. Y no es poca cosa lo que nos hace plantearnos: como nos ha demostrado la ENTREMANOS Nº 4 23