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Los medios de información y comunicación han ido evolucionando a través del tiempo como apoyo para la investigación y los negocios, y por ende, con la aparición de la computadora como un medio tecnológico.

Esto abarca para todas las áreas de las ciencias puras o exactas, pero también surgen estas aplicaciones para las ciencias sociales, en este caso el Derecho.

En otros tiempos, se hablaba del marketing tradicional, en la actualidad llamado “unidireccional”, donde el trabajo para el ejercicio del derecho, llegaba gracias al boca a boca; ya que estaba prohibido colocar anuncios en periódicos o revistas. Se usaba las páginas amarillas o blancas y por supuesto publicidad individual a través de familiares y la respectiva placa en la puerta de entrada de la vivienda y/u oficina. Todo ello además de que la relación abogado-cliente se hacía tan personal, que se convertía en su “abogado de cabecera” y el de toda la familia para lo bueno y lo malo.

El mundo donde nos desenvolvemos está enmarcado por una serie de transformaciones que se introducen en todos los entornos de manera sustancial, donde cada persona en especial en el ámbito profesional debe involucrarse en el uso de la tecnología.

El origen de esas transformaciones ha sido la inclusión de las Tecnologías de la Información y la Comunicación (TIC) en todos los espacios de nuestra vida, de tal manera que la forma de trabajar, socializar y aprender ha sido modificada. Ante estos sucesos transformadores, los profesionales no deben dejar a un lado el aprendizaje y uso de las TIC, sino prepararse para coexistir con la tecnología de manera armoniosa.

El Abogado, por supuesto, no escapa de esta imperante necesidad de internalizar, ante las nuevas tecnologías donde se abre un horizonte inmenso de posibilidades con su acertado empleo.

Según Carbonell (2011) “el reto de asumir el salto tecnológico es impresionante. Desde las escuelas y facultades de derecho no debemos quedarnos atrás. Quien no sea capaz de sumarse, estará dejando ir una de las más grandes oportunidades que nos ofrece el mundo moderno”.

El Abogado está llamado a ser, dentro de su ejercicio profesional, alguien que sirva como un conciliador, entre quienes requieran de sus asesorías o servicios como profesional, como conocedor de la ley. Todo ello usando la tecnología como un medio de apoyo. Actualmente, existe amplia apertura en los pensum de estudio para los estudiantes de derecho, en las herramientas tecnológicas, ya que dentro de los planes de estudio se incorporan asignaturas como Fundamentos de informática, Informática Jurídica, Taller de informática aplicada al derecho, etcétera.

Con el nacimiento de la nueva disciplina del derecho como la del Derecho Informático, se observa que se requiere de más conocimientos en la materia ya que nuestros legisladores desconocen la mayoría de los cambios que están surgiendo en estos campos, así como ante la necesidad imperante de sancionar los delitos como la pedofilia a través de Internet, la cual debería estar regularizado, en el Código Penal de manera expresa y precisa, así como aparece en la Constitución.

El Derecho Informático si bien se está gestando, requiere de todos los interesados aportar a su perfeccionamiento, presentar proyectos o crear necesidades que hagan necesarios esos cambios.

En síntesis se pudiera decir que el abogado tiene que utilizar los medios de comunicación como agentes para efectuar cambios de leyes, como instrumento eficaz y efectivo en defensa y en beneficio de los de sus clientes o cualquier actividad jurídica que realice.

Esto incluye dar entrevistas en programas de radio y televisión, organizar conferencias de prensa, constatar a los medios de difusión, además de otros medios como Twister, Facebook, Instagram y cualquier otro medio de su preferencia y/o acceso.

El Rol del Abogado ante las Tecnologías de Información y Comunicación (TIC)

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