En la ruta de Títiritero 01 | Page 23

Revisé lo que era la bibliografía del teatro de títeres en México y lo más completo era el libro “Piel de Papel y Manos de Palo Historia de los Títeres en México” escrito por Sonia Iglesias y Guillermo Murray, un libro que es muy recurrido. Este libro es una compilación de otros libros de Roberto Lago, Angelina Beloff... de lo que escribieron los mismos titiriteros protagonistas, -se aprecia el esfuerzo que los autores hicieron-, pero cotejando el mismo me percaté que tiene lagunas, pero aun así fue un libro escrito oportunamente y un referente muy consultado. La gran tarea es armar todo el abanico, desde donde vienen, como nacen, hacia dónde van, es algo tan extenso que no se puede reducir a una sola investigación ni a una entrevista de cinco cuartillas, son demasiado extensos los temas, además una cosa te lleva a otra. Pero retomando la pregunta de por qué en el CITRU no sé había investigado la historia de los títeres, es porque no había gente que le interesara, porque debe ser cosa de interés, porque los proyectos en ese tiempo nacían al gusto de siempre, no había nadie que dijera que el tema le interesaba, quizás porque el investigador prefería el teatro a los títeres. Cuando trabajo los títeres con Marisa Giménez Cacho se me abre un mundo dentro del teatro. ¿Y después de terminado el disco compacto y el Libro sobre la Época de Oro del Teatro Guiñol de Bellas Artes qué pasó? Cuando vemos la aceptación que tiene el guiñol de Bellas Artes, en un medio electrónico, y los conocedores o interesados lo solicitan sin tener que tocarlos, entonces se abre otro camino, otras puertas, otro mundo y había que seguir ese camino que había dado resultado. Luego nos preguntarnos ¿Qué sigue? tanto en el CITRU como con Marisa en Centro del Teatro Infantil, me entró la inquietud de saber qué seguía, los “Rosete Aranda” dijo Marisa. Esos títeres estaban en el INBA desde hacía años sin que nadie los hubiera trabajado o registrado, no sabían ni cuántos títeres tenían, ni en qué estado estaban, era una labor para la investigación. Ya con proyecto aprobado por el Consejo Académico y después de haber trabajado en la investigación por más de un año nos encontramos con otro problema, que los títeres que creíamos eran Rosete Aranda no eran, pertenecían a la Colección de don Carlos Espinal, y en ese momento tuvimos que replantear el proyecto y ya que Espinal era muy importante en la historia de los títeres de esa época y tuvimos que hacer dos proyectos en uno. Solo escribir la historia de los Rosete Aranda era una tarea inmensa que abarcaba cuatro generaciones, más la historia artística de Carlos Espinal. Después me fueron llegando libros y libros con los que fui creando la bibliografía del teatro de títeres, es ahí, donde me doy cuenta que es realmente importante documentar esa historia, que se encontraba dispersa aquí y allá en muchas publicaciones y a los títeres que también estaban dispersos en muchas partes; era hacer un gran trabajo –entrecruzar la información- porque nadie se había dado a la tarea de hacerlo, ya sea por una cuestión económica, por una cuestión de gusto, por una cuestión de voluntad, por una cuestión de lo que haya sido, no había alguien que se hubiera propuesto hacerlo. Cuando llego al CITRU me encuentro con el hecho de que en el medio teatral los títeres no habían tenido un lugar preponderante en la historia del teatro en México, sabemos que en el mundo, los títeres tienen un lugar destacado, en Europa por ejemplo, en México no es así, y mira que tenemos historia pues se remonta hasta la época precolombina. Errar es de humanos, porque me di cuenta que empecé como al revés la investigación; antes del teatro guiñol estaba la historia de la familia Rosete Aranda, en ese momento yo no sabía nada de ellos ya que venía de una experiencia de teatro, como actriz y en la documentación y registro que se hacía 23