Revisé lo que era la bibliografía del teatro de
títeres en México y lo más completo era el libro
“Piel de Papel y Manos de Palo Historia de los
Títeres en México” escrito por Sonia Iglesias y
Guillermo Murray, un libro que es muy recurrido.
Este libro es una compilación de otros libros de
Roberto Lago, Angelina Beloff... de lo que
escribieron los mismos titiriteros protagonistas, -se
aprecia el esfuerzo que los autores hicieron-, pero
cotejando el mismo me percaté que tiene lagunas,
pero aun así fue un libro escrito oportunamente y
un referente muy consultado.
La gran tarea es armar todo el abanico, desde donde
vienen, como nacen, hacia dónde van, es algo tan
extenso que no se puede reducir a una sola
investigación ni a una entrevista de cinco cuartillas,
son demasiado extensos los temas, además una cosa
te lleva a otra.
Pero retomando la pregunta de por qué en el CITRU
no sé había investigado la historia de los títeres, es
porque no había gente que le interesara, porque
debe ser cosa de interés, porque los proyectos en
ese tiempo nacían al gusto de siempre, no había
nadie que dijera que el tema le interesaba, quizás
porque el investigador prefería el teatro a los títeres.
Cuando trabajo los títeres con Marisa Giménez Cacho
se me abre un mundo dentro del teatro.
¿Y después de terminado el disco compacto y el Libro
sobre la Época de Oro del Teatro Guiñol de Bellas
Artes qué pasó?
Cuando vemos la aceptación que tiene el guiñol de
Bellas Artes, en un medio electrónico, y los
conocedores o interesados lo solicitan sin tener que
tocarlos, entonces se abre otro camino, otras
puertas, otro mundo y había que seguir ese camino
que había dado resultado.
Luego nos preguntarnos ¿Qué sigue? tanto en el
CITRU como con Marisa en Centro del Teatro Infantil,
me entró la inquietud de saber qué seguía, los
“Rosete Aranda” dijo Marisa. Esos títeres estaban en
el INBA desde hacía años sin que nadie los hubiera
trabajado o registrado, no sabían ni cuántos títeres
tenían, ni en qué estado estaban, era una labor para
la investigación. Ya con proyecto aprobado por el
Consejo Académico y después de haber trabajado en
la investigación por más de un año nos encontramos
con otro problema, que los títeres que creíamos eran
Rosete Aranda no eran, pertenecían a la Colección de
don Carlos Espinal, y en ese momento tuvimos que
replantear el proyecto y ya que Espinal era muy
importante en la historia de los títeres de esa época
y tuvimos que hacer dos proyectos en uno. Solo
escribir la historia de los Rosete Aranda era una
tarea inmensa que abarcaba cuatro generaciones,
más la historia artística de Carlos Espinal.
Después me fueron llegando libros y libros con los
que fui creando la bibliografía del teatro de títeres,
es ahí, donde me doy cuenta que es realmente
importante documentar esa historia, que se
encontraba dispersa aquí y allá en muchas
publicaciones y a los títeres que también estaban
dispersos en muchas partes; era hacer un gran
trabajo –entrecruzar la información- porque nadie
se había dado a la tarea de hacerlo, ya sea por una
cuestión económica, por una cuestión de gusto,
por una cuestión de voluntad, por una cuestión de
lo que haya sido, no había alguien que se hubiera
propuesto hacerlo.
Cuando llego al CITRU me encuentro con el hecho
de que en el medio teatral los títeres no habían
tenido un lugar preponderante en la historia del
teatro en México, sabemos que en el mundo, los
títeres tienen un lugar destacado, en Europa por
ejemplo, en México no es así, y mira que tenemos
historia pues se remonta hasta la época
precolombina.
Errar es de humanos, porque me di cuenta que
empecé como al revés la investigación; antes del
teatro guiñol estaba la historia de la familia Rosete
Aranda, en ese momento yo no sabía nada de ellos
ya que venía de una experiencia de teatro, como
actriz y en la documentación y registro que se hacía
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