La mejor dirección política no es ni hacia la “izquierda”, a la “derecha” o para el “centro”. El curso adecuado es hacia adelante, aquel que reemplace los conflictos ideológicos obsoletos por las acciones concretas y permita trascender los debates innecesarios hacia los análisis propositivos. Todos estos, hechos representativos de cada ciudadano – del verdadero pueblo - sin distinción alguna y garantes de transparencia y rendición de cuentas. Nunca debemos olvidar que somos nosotros quienes hacemos efectivo, a través de nuestros votos, el derecho constitucional de elegir y ser elegido.