Oh, el hombre se puede convertir en un remolino violento que lleva a sus
profundidades todo lo que flota demasiado cerca. Pues el corazón es un mar
con olas poderosas y el Amor y la Sabiduría deben apaciguarlo, como el cálido
sol penetra a través de las nubes y calma al mar inquieto.
El que ha encontrado la paz en sus hermanos, ha entrado al Reino del Amor y
verá a Dios frente a frente. Conoced esta Paz con vuestra mente, desead esta
Paz con vuestro corazón, cumplid esta Paz con vuestro cuerpo.
Bienaventurado es el Hijo de la Luz que construye en la Tierra el Reino del
Cielo, pues él morará en ambos mundos. Seguirás la Ley de la Hermandad, que
dice que nadie tendrá riqueza y nadie será pobre y todos trabajarán unidos en el
Edén de la Hermandad.
Sin embargo, cada uno seguirá su propio camino y cada uno comulgará con su
propio corazón, pues en el Edén Infinito hay muchas y diversas flores: ¿Quién
dirá que una es mejor porque su color es púrpura, o que una es preferida porque
su tallo es largo y delicado?
Aunque los hermanos sean de constitución diferente, aún así todos ellos
trabajarán en la Viña de la Madre Terrenal y todos ellos elevarán sus voces
unidas en oración al Padre Celestial. Y juntos partirán el Santo Pan y en silencio
compartirán el alimento santo de acción de gracias.
No habrá paz entre los hombres, hasta que no haya un Edén de la Hermandad
sobre la faz de la Tierra. Pues, ¿cómo puede haber paz cuando cada uno de los
hombres busca su propio provecho y vende su alma a la esclavitud? Tu, Hijo de
la Luz, reúnete con tus hermanos y luego id y enseñad los senderos de la Ley a
todos los que quisieran oír. El que ha encontrado la paz en la hermandad del
hombre se ha hecho a si mismo el compañero de la labor de Dios.
Conoced esta Paz con vuestra mente, des