En la "Gran Invocación" (de tres estrofas, presentadas tal como se fueron
entregando inicialmente) encontramos una fusión entre la "oración" o plegaria y
la "meditación", dos técnicas místicas propias del Occidente y del Oriente
religiosos. Veámosla:
Que las fuerzas de la Luz iluminen a la humanidad.
Que el espíritu de Paz se difunda por el mundo.
Que el espíritu de colaboración una a los hombres
de buena voluntad dondequiera estén.
Que el olvido de agravios, por parte de todos los
Hombres, sea la tónica de esta época.
Que el poder, acompañe los esfuerzos de los grandes Seres.
Que así sea, y cumplamos nuestra parte.
El empleo de esta primera estrofa, obtuvo un éxito inmediato entre las personas
buenas y bienintencionadas, de enfoque emocional (astral). Luego se dio la
segunda estrofa; ella estaba destinada a ser una prueba o "punto decisivo en un
momento de crisis". Leámosla:
Que surjan los Señores de la Liberación.
Que traigan ayuda a los hijos de los hombres.
Que aparezca el Jinete del Lugar Secreto
Y con su venida salve. Ven, oh Todopoderoso.
Que las almas de los hombres despierten a la Luz.
Y que permanezcan en conjunta intención.
Que el Señor pronuncie el fíat:
¡Ha llegado a su fin el dolor! Ven, oh Todopoderoso.
Ha llegado para la Fuerza Salvadora la hora de servir.
44