El domingo de esa misma semana,
estaba muerto, se veía raro, no
Don Augusto, se acercó al cura de la
parecía un perro normal, tenía ciertas
iglesia,
facciones humanas que
pidiendo
su
favor
y
su
se iban
bendición. Estaba aterrado; y el cura
acentuando cada vez más: el hocico
no mejoraba su sentir, notaba en él
comenzaba a parecer una
algo distinto, algo perturbador; ligero
humana, el pelaje ropa, la cola
olor a sangre, ojos rojos, los dedos
desaparecía, las garras se hicieron
mallugados…
pies y manos… Al final, el animal se
Pese a sus inquietudes siguió los
consejos del cura: hizo donaciones
boca
había convertido en el cura de la
iglesia.
cada vez mayores y más seguido a la
Don Augusto entró en pánico, gritó,
iglesia, se desvivía trabajando en las
lloró, arrojó sus pertenencias al suelo
minas y su tiempo libre lo dedicó
y echó a correr. Cuando llegó a su
completamente a la oración.
casa hizo que toda la familia empacara
Pasaron algunas semanas así, el
miedo lo inundó tanto que, buscando
protegerse, robó un pico de la mina.
Ya
era
noviembre
cuando
esto
sucedió, esa misma noche el perro
volvió a aparecer en el mismo punto,
pero en esta ocasión se lanzó sobre
Don Augusto, y él, en un intento por
defenderse, lanzó golpes ciegos al
aire y piso para asustar al feroz
animal.
Se detuvo cuando dejó de escuchar
ruido alguno, algo lo había salpicado,
abrió los ojos, aquel perro tan fiero
lo más aprisa que pudieran, al
amanecer emprendieron el viaje a la
Ciudad de México.
Unos años después, ya asentados, un
esclavo de la hacienda en la que
trabajaba ahora escuchó su historia y
le explicó como era eso posible: Todo
era por el Tonal y el Nahual, formas
antiguas
prohibidas
de
brujería
incluso
antes
náhuatl,
de
la
conquista.
Agradecimientos
a
la
familia
Azcárraga, actuales descendientes de
Don Augusto Romero, por preservar la
historia hasta la fecha.