cultor francés Pedro Margat.
Al mismo tiempo que comienza la ven-
ta de solares en Villa Colón, la empresa
del Ferrocarril Central del Uruguay esta-
bleció a ambos lados de la estación Colón
un nuevo pueblo denominado Ferro-Carril.
La traza del nuevo pueblo confirma que se
extendía a ambos lados de la estación. Su
límite al este era el Camino Real, ac-
tual Av. General Garzón. Del otro lado del
camino se hallaban las tierras de Perfecto
Giot y de la “Villa Colón”.
El actual barrio de Colón surge de la
unión de Villa Colón y el pueblo Ferrocarril
La zona en sus orígenes constituía un
área de residencias temporarias, donde
se desarrollaban grandes casas quintas,
hoy se ha constituido en un lugar de re-
sidencia permanente, con un gran centro
que ofrece múltiples servicios, pero den-
tro de un ambiente apacible donde aún es
posible disfrutar de la naturaleza.
Colón ha ido acompañando el progreso na-
tural de los tiempos actuales, pero no ha
perdido su esencia, ha sabido conservar su
idiosincrasia, combina lo urbano con lo rural
naturalmente constituyendo una identidad
propia y perfectamente distinguible.
Su génesis está muy ligada con el fe-
rrocarril, los inmigrantes y sus cultivos y
el amor a la tierra, las chacras y vides. La
zona rural cuenta con humedales, con hor-
telanos, productores, cooperativas, bode-
gas y viñedos.
Los primeros colonos que se afincaron
fueron unas pocas familias provenien-
tes de las Islas Canarias, pero también
llegaron contingentes de varios lugares
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de Europa y entre ellos muchos hom-
bres y mujeres de origen italiano que
se dedicaron preferencialmente a cul-
tivar la tierra. Aunque los cultivos fue-
ron muy diversos, prevalece el de la
vid con que se fue armando la nueva in-
dustria vitivinícola, con Vidiella a la ca-
beza, que convertirá a Colón en aban-
derada de los buenos vinos nacionales.
Las primeras cepas fueron traídas al país
desde España y se plantaron en el sudoeste
del país. El numero de viñedos se fue incre-
mentando, pero fue recién en 1870 cuan-
do la vid fue vista como una empresa ren-
table por Don Pascual Harriague, un vasco
con muchas inquietudes, que con plantas de
Tanat de origen francés, inició su cultivo
en el norte del país. Casi simultáneamen-
te Francisco Vidiella comenzó a plantar
otras variedades, de origen europeo, en
el sur del país. La francesa Folle Noire,
conocida inicialmente como uva Peñarol y
después denominada Vidiella, fue la ele-
gida para su cultivo en Colón.