EL TINTERO DE ORO MAGAZINE Nº 4 EL TINTERO DE ORO MAGAZINE Nº 4 | Page 54
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siete para recordarme que a las ocho tenía que
estar en mi puesto de trabajo. En la nebulosa del
sueño, recuerdo que saqué el brazo, la apagué y
seguí durmiendo.
Me desperté con una sensación extraña, no
sabía dónde me encontraba. Necesitaba un café
bien cargado, pero mamá, que era la que siem-
pre lo preparaba, no estaba allí, así que me froté
los ojos para vislumbrar que la pantalla del móvil
marcaba las tres. ¡No podía ser! Mi primer día de
trabajo y ni siquiera me presenté. ¡Cómo había
actuado de forma tan estúpida! Sentada en el
borde de la cama, con los hombros caídos y
sujetándome la cabeza porque me iba a estallar,
sentía una rabia infinita. La elocuencia de aquel
silencio me embargaba. Empecé a deambular
por la habitación buscando una salida al caos
mental que tenía. Y esa era mi cacareada inde-
pendencia.
El tono de un mensaje en el móvil llamó mi
atención. Una tienda de moda me invitaba a par-
ticipar de grandes descuentos antes de las reba-
jas. Trato de clienta VIP. ¡Qué rápido se habían
enterado de que iba a tener pasta! Descubrí dos
mensajes anteriores: en uno, me informaban de
mi alta laboral en la Seguridad Social; y en el
otro, la entidad bancaria me avisaba para que no
acudiera al trabajo por un aviso de bomba.
Respiré aliviada y entonces sonreí.