EL TINTERO DE ORO MAGAZINE Nº 4 EL TINTERO DE ORO MAGAZINE Nº 4 | Page 32

salsas que lamí y relamí hasta quedar agotado. Pero, aun así, no paré, seguí engullendo el ja- món horneado con piña y cerezas, que estaba de chuparse la pata. Comí a toda velocidad, todo pasó tan rápido que perdí la noción del tiempo. La mesa era un completo desastre y enseguida comencé a sentirme mal, no sé cómo llegue hasta mi camita. —!Danko! Medio aturdido escuche la voz de mi ama, casi no podía mover el cuerpo. Si hacía un movi- miento rápido podría explotar. Lo único que se me ocurrió, fue saludarla con mi típico movi- miento de cola. Sabía que, lo que había hecho me costaría quizá hasta la vida. Cuando entró a la cocina, un grito desgarrador hizo levantarme, luego caí de nuevo al piso. —¡Oh no! —exclamaron las amigas, con los ojos como platos. —¡Tranquilas, ordenaré el pollo agridulce de los chinos! — dijo. Su rostro lucía severo, pero de alguna forma, también parecía dulce. Y entonces, me sonrió. 32