EL TINTERO DE ORO MAGAZINE Nº 4 EL TINTERO DE ORO MAGAZINE Nº 4 | Page 30

nal de todas las decisiones has sido tú. Así que no me líes. —Bueno, vale. Yo habré tenido parte de culpa en todo lo que he hecho y me ha pasado, pero tú también has jugado un papel muy importante, lo cual, en cierto modo, me alivia. —Pero ¿exactamente para qué me has llamado? ¿Para darme la culpa de todos tus fracasos? Si de eso se trata, doy media vuelta y me voy por donde he venido. —Te he llamado para salir de una duda, digamos que existencial. —¿Cuál? —Quería saber si realmente estabas ahí. —Y ¿por qué dudabas? —Porque últimamente son muchas las veces que me han dicho que no existías. —¿Y quién te ha dicho esa majadería? —Sin ir más lejos, Olga, esta mañana, cuando le he dicho que no quería volver a verla. «No tienes conciencia», me ha replicado. —¿Esta mañana? —Sí, al poco de levantarme me ha llamado por teléfono. —Ah, es que esta mañana me he despertado más tarde de lo habitual. Ya sabes, tus resacas me dejan fuera de juego. ¿Y qué le has contestado? —Nada. He colgado. Me he sentido aliviado. Y entonces he sonreído. 30