EL TINTERO DE ORO MAGAZINE Nº 4 EL TINTERO DE ORO MAGAZINE Nº 4 | Page 18

bales de su tierra africana que aúna con estra- tegias de capoeira. El canario no sabe cómo se llaman sus artes, solo sabe que saltaba los barrancos de su isla como nadie y que era más fuerte que ninguno. —¿Y tú Rachid…, de dónde viniste? —Me apresaron en Tagaos, cabeza del reino de Bu Tata. —Yo también era un hombre libre. Tiembla el canario con el sonido de una flauta o llora porque el cielo se estrella, o se estreme- ce porque sí. Su ancha nariz perforada por una anilla. Muchas mujeres han probado su hombría. Tantas que no abarca a todas. Rachid aprovecha alguna, no quiere que se canse el campeón. Frota con esparto trenzado el cuerpo de Be- nearo, limpia y restriega como una madre agita- da que cuida de su enorme retoño. Después se bañan en la poza bajo la higuera refractada y parece que la luz tiñera de verde a un gigante y a su menguada sombra. —Eres como mi madre. —Una madre canija y negra. Los dos se miran, y entonces, sonríen. 18