El sueño de una sombra PREVIA | Page 18

18 Alexandra Di Stefano Pironti
sus exposiciones las solían inaugurar los reyes Alfonso XIII y María Victoria , así que la casa de la bisabuela tenía bastante pedigrí , incluso después de la muerte de Eliseo .
— Lo pasábamos muy bien en esas fiestas , menos un día en que uno de mis hermanos , nunca supimos quién fue , puso ajos en una bandeja de pastas de té que habíamos preparado para los invitados . Mamá se enfadó muchísimo – me explicó tía Mercedes , que siempre estaba de buen humor y se movía ligera por la casa , a pesar de que era un poco llenita , pero con mucha vitalidad . Me gustó mucho esa anécdota , ya que al menos sabía que alguien de la familia era tan travieso como yo .
Pero todo el interés que había generado la casa de la viuda de Meifrén fue disminuyendo con el tiempo y llegó un momento en el que mamá sustituyó las fiestas por las plegarias . Mucho tiempo antes de que cayera enferma , yo la observaba rezando en voz baja , sentada en el salón o en su habitación . En los últimos años bajaba poco a la calle , porque un cuarto piso sin ascensor , con principal y entresuelo , suponía un grave obstáculo ; era una barrera para una anciana . Por esto , mi hermano David y yo nos entreteníamos con ella – o ella con nosotros – sentándonos juntos en el balcón de casa que daba a la calle Balmes y contando los coches que pasaban . Por ejemplo , yo contaba el número de coches blancos , ella el de coches negros y mi hermano , los taxis . Era un « hacer algo sin hacer nada », compartiendo tiempo , risas y abrazos .
Algunas tardes , Mamá Julia y yo nos sentábamos en la galería de casa , que daba a un gran patio interior muy soleado , y ella me enseñaba a coser o a hacer ganchillo . Otras veces simplemente la observaba mientras bordaba con una delicadeza extrema que me hacía pensar en lo bien que lo hacía a pesar de su ya avanzada edad . Yo , todavía pequeña , la veía como