EL SEÑOR DE LAS SOMBRAS (Biografía no autorizada de Alvaro Uribe) 1 | Page 122

de las primeras cosas que hace a diario, después de trotar una hora y de relajarse con yoga, es llamar al administrador de su hacienda de Córdoba para preguntarle cuánta leche ordeñó, cuántos temeros negoció, de qué peso y a cómo”. Esa propiedad, es el comentario general en la región, está vigilada por paramilitares de Mancuso, dueño a su vez de la hacienda vecina. Un buen administrador de fincas cuida juiciosamente los linderos. Se pasa una vaca, le corren una cerca, se agota una acequia, cualquier cosa. Y si el buen administrador de fincas es la persona que, ad portas de la Presidencia de Colombia pregunta cuánta leche ordeñó el mayordomo, es de suponer que se enterará de que dos toros medio cimarrones rompieron un alambrado y se pasaron a la propiedad de don Salvatore. ¿O no? Y si don Salvatore es un buen administrador de fincas, como parece que es (“se convirtió en ganadero después de estudiar en Bogotá”, dice Newsweek, al contrario de lo que hacen los malos administradores, que se convierten en contabilistas o pilotos o gigolós después de estudiar en Bogotá), pues se entiende que entre los dos se hablen para resolver su asunto. ¿O no? Es posible que no. Pero también es posible que sí, máxime si la comunicación entre ellos es frecuente. Porque lo es. La mantienen a través del actual gobernador de Córdoba, Jesús María López Gómez, y de Eleonora Pineda, cuya candidatura a la Cámara de Representantes apoyó el jefe paramilitar con todo su entusiasmo. Durante la campaña, las fotografías de El Meridiano de Córdoba mostraron la estrecha cercanía entre Pineda y Uribe Vélez. Este juego de dominó no tiene pierde. Dos va con dos y cinco con cinco, y hacia cada uno de los lados hay un as que quiere ser presidente. Sólo que este dominó está pésimamente jugado. Y lo mantienen también gracias a Jorge Honorio Arroyabe, diputado a la Asamblea de Córdoba, y propietario de uno de los aviones privados que utiliza el candidato en sus giras. Arroyabe es hermano de Mario Arroyabe, un exitoso hombre de negocios que le vende helicópteros a Mancuso. En marzo del año 2002 se habían dado palabra sobre la compra de tres de esos aparatos, cada uno por la suma de cinco millones de dólares. A Álvaro Uribe lo protegen veinte y más guardaespaldas. Menos en Córdoba. En su hacienda, a la que va con alguna frecuencia (la última vez en XXX), los vecinos lo ven cuando, “meditando en esas cosas de la patria” se hunde en el horizonte... 122