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Andrea Victoria Cano
El alma entonces se manifiesta por medio de nosotros, dosificando la
tensión en un entorno colectivo.
El hombre al ser inconsciente de su condición anímica, alimenta la
macroestructura, lo que nos vuelve sujetos manipulables por las
técnicas de control social, una de ellas la influencia judeocristiana que
nos ha hecho sujetos débiles, regidos por el miedo y una percepción de
castigo constante, creando una mente colectiva judaica para alimentar
el mito de un dios monoteísta, (rector de este universo demencial).
Desvinculando así cualquier legado divino ancestral que poseamos,
haciendo de está una estrategia netamente Shambalica, creernos seres
inferiores y postores de sentido a todas las “maravillas” creadas por ese
dios.
EL sistema nos enseña a razonar, traumatizar, sentir y acumular
respectivamente una cantidad de emociones que niegan la parte
espiritual en todos nosotros, evitando así que manifestemos una actitud
de desafío constante hacia el sistema. ¿Cómo se da esta manipulación?
Con una fascinación desmedida hacía el materialismo, hoy en día tú
vales por lo que tienes, mas no vales por lo que eres.
Los logros de un individuo siempre están enfocados al “éxito” lucrativo,
tener propiedades, carros, casas, joyas, tarjetas de crédito, tener a los
pies un mundo de infinitas posibilidades económicas, tener el dinero
suficiente para disponerlo en las cosas más triviales y superficiales, y sí
no lo posees será un anhelo persistente, una meta por la que hay que
luchar, así se tenga que perder la dignidad en ello.
Estamos compuestos por cinco esferas: la esfera racional que son
registros conceptuales, la esfera afectiva que son traumas,
perturbaciones, emociones, la esfera consciente una memoria
representativa; las contrapartes físicas de cada memoria conforman la
totalidad de la esfera sensorial y la quinta esfera que es la esfera
volitiva que es la manifestación de la Voluntad Egoíca. Entendiendo por
Ego no un rasgo de la personalidad psicológica, que está asociada con
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