La ecología en estos tiempos ha enseñado ser un arma que en manos confundidas, no contempla distinciones entre el derecho humano al desarrollo y acceso a los servicios básicos, y el ambientalismo que desprecia al hombre en favor de la naturaleza.
Los grandes recursos que se encuentran en regiones como el Parque Nacional Odzala, generan una interminable polémica entre industrialistas, capitalistas, ecologistas y ambientalistas, pero son, sin dudas, las especies y pobladores de la región, los que sufren las consecuencias de esta discusión.
Por un lado es triste consultar las estadísticas de desarrollo de la República del Congo, por ejemplo, sólo el 39% de la población rural tiene acceso al agua (sin distinguir si es potable), el promedio de vida de sus habitantes es de 58 años, la tasa de mortalidad infantil es del 80,36 por cada 1000 nacidos vivos HOMBRES, en el sector femenino es del 72,79 % por cada 1000 nacidos. Fuente www.indexmundi.org.
Un país donde la madera y el petróleo son los principales recursos exportables tiene que generar un exterminio inconsciente de valiosas especies animales, sea por desplazamiento, o por muerte directa.
Un país que se encuentra unido políticamente por el delgado hilo de los acuerdos entre sus numerosas etnias, verá sus fuerzas flaquear, cuando el reto de la conservación de la naturaleza sea inevitable, si no es que irreversible, por no contar con esa inversión oportuna en talento humano que se hace, no menos que imprescindible.
Por otro lado tenemos la imponente fuerza de la naturaleza, llena de frágiles mecanismos de supervivencia, donde un factor que desaparece genera un vacío irrellenable. Una especie que se extingue es un silencio en el misterio del mundo, una cura desconocida, una explicación inconclusa en la interminable cadena de la vida. Nuestro querido gorila de Odzala tiene un papel importante en ese misterio, si no es que algo más, por las innumerables semejanzas que guarda esta especie con los humanos.
En estos tiempos donde predominan los fanatismos, cabe preguntarnos si las soluciones de tipo maquillaje momentáneo son oportunas, dígase ecologismo barato ó ambientalismo de figurines, si las numerosas campañas para salvar una especie sin importar la situación misérrima de los pobladores de esa región, son en realidad útiles. Si conservar algo sin generar condiciones sociales y económicas que eliminen la raíz de muchas calaminades humanas como es la pobreza, vale realmente la pena.
A mi parecer, es muy difícil el reto de establecer estrategias conjuntas para luchar contra la pobreza y a su vez preservar los valiosos recursos, especies y ecosistemas que se encuentran en estas regiones, pero no imposible. En algún momento empieza ese cambio, doy fe que en algunos países de América Latina se han visto ya esas primeras luces.