EL PRERRENACIMIENTO | Page 5

Háblanos un poco de ti, Celestina.

Qué más puedo decir si mi nombre procede del cielo.

¿Qué significa el amor para ti?

Hijo, largos años he vivido y Dios, al fin, me ha dotado de un remedio para este mal que retuerce las entrañas y turba los corazones y los sesos de aquellos que lo padecen. A los jóvenes amantes les atormenta la espera, ¡impacientes! Si por ellos fuera, antes querrían ver concluido el momento que empezado. Y porque soy conocedora de que la naturaleza huye lo triste y apetece lo deleitable, utilizo ese deseo a mi merced.

¿Qué piensas de Pármeno?

¡Ay, el que no sabe del mundo ni de sus deleites! Se atrevió a llamarme puta vieja. ¡Y su madre era tan puta vieja como yo! Qué pronto olvidó el hijo de la Claudina los días en los que dormía a mis pies y que fui yo quien se encargó de cuidarlo. Tuve que recordarle quién era su madre. ¡Lo mejor de mi oficio lo aprendí de ella! Pero mozo era y se dejó llevar por los placeres cuando le ofrecí a Areusa. (Ríe)

¿Cómo viviste tu muerte?

¡Mal rayo los parta! Yo, Celestina, los maldigo y los condeno con toda mi cólera a una eternidad de sufrimiento en el tártaro. ¡Traidores! ¡Bastardos!