20 Carmen Galvañ Bernabé
Todo se oscurece , las brillantes luces desaparecen . Ya llegan , siento a mi carcelero . Ellos siempre serán verdugos , pero esa niña que me ha acariciado sentirá la sensación de dos almas que se complementan , ella por esa necesidad de explorar y yo por la ansiedad de no irme de esta vida sin ser apreciado por lo que soy y no por a quien pertenecí . El silencio invade la lujosa estancia . — Retente , no me mates −le pido a alguien que no escucha mis plegarias . Sé que ese ruego es en vano . Nadie acude a mi funeral ; soy una pequeña cosa , insignificante e inerte para ellos . Él fue portado a hombros por todo el paseo arbolado y yo aquí muero sin que nadie me agradezca haber dedicado mi vida a transmitir sentimientos a todo el que se detenía a escuchar mi poesía , pues eso es la música , sueños de poesía . Nadie me lanza un beso al aire y , sin embargo , no maldigo mi existencia ni puedo odiar al que me acompañó . Me daña reconocerlo , pero a él le debo lo que fui aunque nunca me viera con los ojos de un amigo y solo fuera para él la herramienta con la que alcanzó la gloria .
La música se acaba , mis cuerdas se parten , mis teclas saltan de su órbita y yo dejo de escuchar para siempre . Solo pido que algún día María vuelva a mirarme . Ya no podré escucharla , pero sus sentimientos hacia mí tal vez me hagan renacer . Sé que pronto tendrá ese amigo con quien satisfacer y dar rienda suelta a sus vehementes sentimientos musicales .
Esa niña lleva en su voz la dulzura de escuchar más allá de lo que suena ; es capaz de sentir lo que resuena en las entrañas del que ya no puede emitir sonido alguno . Pasados los años , ella entrará por este teatro bajo las ovaciones de una glamurosa multitud y sé que volverá a fijarse en mí ; lo pido y al mismo tiempo tengo la certeza . Siempre se acordará de este gigante