el newsletter de la camada 87 noviembre 2013 | Page 15
Siempre hacemos hincapié en que el equipo está por encima del
individuo. A pesar de eso, el jugador difícilmente va a reconocer
que otro está mejor que él. Comunicarle a un jugador que no
juega, o que bajará de división, es lo más ingrato de la tarea del
entrenador, pues en todos los casos él se quiere matar, y en
algunos literalmente sentís que te quieren matar.
A lo largo de estos años tuve dos experiencias que me movieron
todas las estanterías y que deben ser contadas a pesar de no
poder dar nombres. A dos enormes jugadores y habituales
titulares de uno de los equipos del Plantel Superior, se les
comunicó que saldrían de la formación inicial porque creímos que
era lo mejor para todos. Sus respuestas, similares por cierto,
fueron que su rol era el de jugar y el nuestro el de entrenar por lo
que no solamente aceptaban la decisión sino que preguntaron
qué tenían que hacer para volver a ese equipo pues el puesto no
se lo regalaban a nadie. Tiempo después, ambos regresaron a la
formación, dos grandes jugadores, grandes personas los dos.