el newsletter de la camada 87 marzo 2014 | Page 19
Me acerqué. Pude ver la bandera de Chile, aún muy nítida a
pesar de los muchos años transcurridos, las lluvias y el calor.
El avión estaba en muy buen estado.
El baqueano se alejó entonces un poco, y me dejó solo,
como sabiendo que esa escena tenía algo de sagrado para
mí, y que no debía interrumpir el momento. Me quedé quieto,
y en silencio, mientras trataba de reconstruir en mi mente
cómo habrían sido las instancias previas y posteriores al
aterrizaje.
Después de un rato de inspeccionarlo, y tratar de ponerlo en
perspectiva con el lugar en donde estaba, saqué algunas
fotos, inclusive tomé algunos objetos, y emprendimos el
regreso.
Llegué al lodge,
me subí al jeep, y
recorrí el camino
al aeropuerto.
Estaba
terriblemente
agotado. Llegué a
Buenos Aires y me
costó varias
semanas
recuperarme.
Le conté a la fami-
la tapa del motor, rescatada por Diego