Quinta Lección: Qué bueno que es poder hacer de todo, aún
lo que no me gusta.
A la noche hubo misa. Si bien rezar el padrenuestro
agarradito de la mano de un flaco del 85´ de un lado y con
otro del 05´ puede sonar a meloso … así fue.
Hacía mucho que no iba a misa. Y hacía mucho que no
comulgaba. De hecho, tampoco comulgué. Tal vez me
decida para el próximo Retiro la idea de confesarme. Pero
hace tanto que no me confieso, que no se me ocurriría ya ni
siquiera qué carajo decir. Padre, he pecado. ¿? Y después,
¿qué carajo le digo? Le robé el lunch con sándwich de
milanga a mi hijo cuando se iba tempranito al cole … ¿?.
Luego vino la Adoración. ¿la qué?. La Adoración. No sé muy
bien qué es eso. Pero por suerte hubo algunos no tan
osados como para meterse en ese lugar oscuro lleno de
velas. Y nos quedamos con un grupito hablando en el pasillo
de afuera. No sé qué pasó en la Adoración, pero esa charla
del pasillo fue como encontrar la luz y conocer mejor a
algunos muy amigos míos donde nos pusimos a detallar
cuestiones de nuestras vidas y a echarnos en cara todas las
que nos habíamos mandado anteriormente. Fue genial.
Lo que sí me arrepiento es que había una música que salía
de la Adoración que daba ganas de ir a escucharla. En el
próximo Retiro voy a tratar de ir a ese lugar lleno de ritos