EL SHOW DE TRUMAN
En esta película se muestra la visión de una realidad extrema en la que a la sociedad no le importa socavar los derechos fundamentales de una persona con el mero propósito
del entretenimiento. A pesar del carácter cómico de la película, en ella se tratan diversos problemas éticos que invitan a la reflexión.
El filme guarda gran parecido con el "Mito de la caverna"
de Platón ya que Truman, el protagonista, piensa al principio que el plató de televisión en el que vive es la auténtica
realidad y realiza un proceso parecido a los esclavos liberados del mito que buscan la verdad.
También podemos apreciar cierta relación con la "Duda
metódica" de Descartes. Truman cree que el plató en el
que vive es la realidad puesto que sus sentidos le inducen
al error (duda de la fiabilidad de los sentidos), pero lo cierto es que todo está siendo controlado por Christoff, el director del programa (hipótesis del genio maligno).
Pero sobre todo, hace una crítica a la sociedad consumista que usa a Truman como un producto de entretenimiento y como una herramienta publicitaria. Esta "cosificación" de Truman se ve principalmente al final de la película, cuando al director no le importa lo más mínimo jugar
con su vida con tal de salvar el programa llegando a decir:
"Lo vimos nacer, podemos verlo morir". Ni siquiera cuando
Truman se encuentra a las mismísimas puertas del mundo
real, el director cesa en sus intentos de retenerlo, esta vez
mediante la manipulación. Le argumenta que es mejor vivir en el mundo que el director ha creado para él que en el
real, que contiene las mismas mentiras y engaños.
La película acaba con un toque de ironía por parte de Truman, ya que responde con el eslogan publicitario que se
repite a lo largo del filme: "Por si no nos volvemos a ver,
buenos días, buenas tardes y buenas noches".
Para mí, esta película es un claro ejemplo de cómo, incluso en los mayores casos de manipulación y subyugación, la libertad interior se mantiene incorruptible e
indómita.
Alberto Arroyo
1ºC Bachillerato
35